martes, 10 de julio de 2018

Un hombre que se parecía a Orestes de Álvaro Cunqueiro

Álvaro Cunqueiro, el genio mindoniense, o sea, de Mondoñedo, recibió en 1968 el Premio Nadal de novela por esta obra editada por Destino, que hace la octava del mago gallego de las letras en este baluarte. Tocando nuevamente los temas clásicos de la mitología griega, como hiciera con Las mocedades de Ulises, o artúrica como con Merlín y familia.
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Un hombre que se parecía a Orestes trae a un tiempo indefinido al personaje clásico, protagonista de varios libros, como la trilogía, Orestíada, de Esquilo, Electra, de Sófocles u Orestes de Eurípides. Según la historia homérica, Orestes estaba ausente de Micenas cuando su padre, el rey Agamenón, volvió de la guerra de Troya y fue asesinado por Egisto, el amante de su esposa y madre de Orestes, su único hijo varón, Clitemnestra. Y es la venganza pendiente el centro que alumbra esta obra y la espera, casi permanente de la llegada de Orestes que mantiene en vilo a la Hélade.
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Con el lenguaje preciosista, cuidado y barroco de Cunqueiro esta novela se lee con el interés, y buen humor con que se lee la obra este gallego inmortal, si bien en esta novela incluye una más completa y larga dramatis personae final y concluye con una obrita de teatro, un entremés, que da fin a este Orestes que, cansado y falto ya del empuje juvenil, no consuma su venganza.

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