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La película de gran realismo y calidad técnica fue merecedora de diversos premios, como un Globo de Oro, y candidata en 1960 al Oscar a la mejor pelicula en habla no inglesa. Recuerdo haberla visto a principios de los años 80 en el memorable programa La Clave, de J. L. Balbín y recuerdo que me impactó su calidad y su mensaje que resulta, según cada espectador, variable y polifacético, de forma que puede parecer antimilitarista, sentimiento muy en auge en la Alemania de los años 50 y 60 o puede ser entendida como una película que ensalza los valores y virtudes militares.
La acción resulta creíble y narra los sentimientos de un grupo de siete muchachos de 16 años que pasan de la noche a la mañana de asistir a sus clases en una relativamente tranquila retaguardia a combatir en el frente, en un frente que se les ha aproximado tanto que se ha confundido con sus casas. El miedo y la camaradería se funden con la cobardía de quienes lo ven todo perdido, la inexperiencia del grupo y el shock al que se enfrentan los protagonistas, unos niños, que luchan por un sentido de patriotismo y de defensa de su Puente, camino de entrada en su vida, en su madurez, en sus casas. Estos sentimientos producen actos heróicos, de gran valor frente a un enemigo muy superior que invade una ya derrotada Alemania. Pero se lucha sobre todo por el camarada que se tiene al lado y en quien se deposita la supervivencia, la vida, de la misma forma que le camarada de trinchera fia su existencia en la pericia y arrojo de su compañero que le da aliento cuanto todo es borroso, cuando la muerte del amigo y el miedo nubla el entendimiento y cuando todo parece perdido. Por eso, esta película es para mi, sin duda, una película que ensalza esas virtudes de los hombres de armas sometidos a las mayores tensiones psicológicas y morales que un hombre pueda sufrir.