Roland Joffé es un buen director de cine que fue nominado para dos Oscar por otras tantas brillantes películas de los años 80. Es británico, agnóstico (de familia judia) y de izquierdas, y lo es también cuando trabaja como director de cine, lo que condiciona su forma de hacer y ver las cosas y, por tanto, el resultado de su trabajo, es decir, sus películas. Hasta aquí nada nuevo, ya que los directores de cine suelen, quizás por influencia gramsciana, ser así y si son españoles no existen casi excepciones. .
Lo llamativo de esta película, titulada There be dragons en su versión original inglesa, es que Joffé, rodeado de buenos actores y con un equipo técnico de primera, pretende hablarnos de un Santo, el sacerdote católico, San Josemaría Escrivá de Balaguer, en su etapa inicial, fundacional del Opus Dei, que se enmarca principalmente durante la Guerra Civil.
.
Pero la Guerra Civil es, para Joffé y sus correligionarios, un mito inmarcesible. Es el período de purificación durante el que la izquierda europea y parte de la norteamericana inició, así lo creían, la "batalla final contra el fascismo". Joffé aún lo cree así y por eso la película en su conjunto carece de sentido histórico para entender, a pesar de ciertos guiños, la vida de un cura en el Madrid del 36 y se queda, por ello, sin el necesario transfondo que precisa la historia de San Josemaría.
.
Joffé nos dibuja una España despiadada que sólo sabe odiar, salvo Escrivá y su círculo, y en la que los "rojos" son unos idealistas soñadores y los "nacionales", que defendían a la Iglesia, aparecen caricaturizados como unos "espadones" crueles que quieren el poder a toda costa. Así, evidentemente, la historia se disocia en dos y dada la trama argumental paralela entre un padre en 1936 y su hijo en 1982, la película, si se me permite la simplificación, aparece dividida en varios trozos y la sensación es de haber visto dos o incluso tres películas contando historias paralelas con algunas escenas superpuestas. El argumento se retuerce, a veces de forma inverosímil, en busca de sentido; el motivo es que falta una ilación lógica en la historia.
.
Esta película, cuyas escenas bélicas no están conseguidas, traza una historia de perdón y pretende enaltecer la bondad de un pensamiento cristiano,que no comprende, por lo que no es algo patente o central en la trama. Al final, el perdón, previsible, no se produce por influjo de un sentido cristiano de la vida, sino por otros motivos más cercanos al sentimentalismo.
.
Por eso, la película que, he de reconocer, hará mucho bien en la sociedad neopagana en que vivimos, resulta poco convincente para un católico porque el perdón que se hace presente es pagano y no cristiano debido a que Joffé, en su empeño de dar su personal y falsa versión del triste periodo en que está enmarcada, ha hecho de la figura del Santo español un personaje secundario, casi prescindible en algunos momentos. No obstante, espero que tenga éxito y les recomiendo que la vean.