Celebrar la Navidad es sentirla como es en realidad, en su verdadero significado y aceptar sus lógicas consecuencias.
Navidad es más que contemplar la iluminación de nuestras calles, también es más que fiestas y reuniones familiares y con amigos por muy hermosas que estas sean. También supera la celebración de esta fiesta la satisfacción de dar y recibir felicitaciones aunque sean dadas con sinceridad y cariño.
La verdadera Navidad la hemos de celebrar principalmente dentro de nosotros mismos, esto es, con la mente y con un corazón generoso, para eso tenemos que aceptar su verdadero significado: el nacimiento del Niño Jesús, el hijo de Dios que se hace hombre, semejante a nosotros, para salvarnos y darnos ejemplo de sencillez, de humildad, y sobre todo de amor.
Celebraremos verdaderamente la Navidad sin ponerle trabas de ningún genero si logramos que el verdadero mensaje de Jesús llegue al corazón y penetra en lo mas profundo de nuestra alma.
Su lema: humildad y amor.
Humildad que nos lleve a reconocer no tanto nuestras anteriores faltas cuanto el no habernos esforzado para no ser mas honrados (honradez es algo mas que no robar), por no haber sido mas escrupulosos cumplidores de nuestros deberes, sobre todo los que nos relacionan con nuestro hogar, y por no haber sido mas generosos para amar con mayor intensidad y hacer el bien en cualquiera de sus muchas manifestaciones que a cada momento se nos presentan.
Celebrar la Navidad es hacer el propósito firme de acercarnos a Dios por medio de un recuerdo cariñoso más frecuente y de nuestra oración más amorosa.
Celebraremos auténticamente el acontecimiento más grande del año, esto es la Navidad, si dentro de nosotros mismos hacemos el propósito sincero y valiente de ser mejores personas y más auténticos cristianos.
Para ello hemos de agradecer a Dios todos los días sus inmensos beneficios: sobre todo la vida, la salud, y la familia por medio del cumplimiento de nuestras obligaciones y por un recuerdo cariñoso tanto en los momentos de felicidad como en los problemas y tristezas.
Sin duda seremos más felices si aplicamos a nuestra vida el mensaje de Jesús: cumplir con interés nuestros deberes, amar a nuestros semejantes y hacer el bien.