Paseaba yo por Villagarcía de Arosa, mi tierra, bajo un sol abrileño cuyo efecto era moderado por la brisa salina y fresca de la ría disfrutando del clima, del paisaje y de los recuerdos que los muchos cambios me dejan rememorar lo que fui y lo que aún soy. Mi paseo se complementaba, como siempre, con la mirada crítica de aquello que me rodea buscando los porqués de cada cosa. Así me crucé con una chica que sobre su camiseta lucía un eslogan en inglés, supongo que por ser uno venido de fuera o ser para consumo externo, que decía "Let´s live like Galicians" (al parecer es parte de una vieja campaña publicitaria de unos supermercados "100% galegos"), y yo me preguntaba quienes le impedían a esta moza vivir así... y no hallaba respuesta, seguramente porque la frase no tiene sentido y es sólo el lamento de quienes se quejan de... ¿de qué? Nadie lo sabe y menos la portadora del eslogan.
A los pocos metros, en una céntrica plaza donde hay un centro de Cáritas, la siempre ignorada obra de la Iglesia, donde dan de comer a varias decenas de indigentes de variadas edades y aspectos y que organizaban no poco jaleo a esa hora en la que lo importante es llenar la tripa. Y me preguntaba si esa sería una forma de vivir como gallego. Y bien sé que no lo es. Nunca lo ha sido y en la América entera lo saben.
Un poco más adelante en mi camino me quedé perturbado al contemplar el cartel que les muestro en la foto, donde se anunciaba la organización de un "mercadillo benéfico" para recaudar fondos para la "Protectora de animales". Mi estupor llego a su cénit.
Qué es lo que hace que un pueblo, o villa, pretenda, con el apoyo económico del Ayuntamiento, organizar un evento absolutamente secundario, dejando la dignidad de los que ya no tienen nada que perder a la altura que la de los pobres canes abandonados..
. Qué es lo que mueve a los habitantes de un lugar donde se cierran comercios por falta de clientes o de créditos o de simple perspectiva de futuro a permitir sin alzar la voz que se empapelen sus paredes con semejante iniciativa absolutamente secundaria y superflua en los tiempos actuales y cuando miles y miles de personas han perdido cualquier esperanza en su propio futuro.
No es, desde luego, esta la forma de vivir como gallego, ni siquiera como un digno ser humano. Mal vamos cuando nadie en esta villa mia se levanta para decirle a los líderes locales que los perritos están muy bien, pero que mucho antes están las personas, sus trabajos, sus esperanzas, su bienestar y su dignidad.