Santos Trinidad es un policía que ha tenido problemas psicológicos, que bebe en exceso y que tiene el gatillo fácil. Al final (y desde el principio de la película) se mete en problemas. José Coronado hace un gran papel en esta cinta, No habrá paz para los malvados, que ha ganado seis premios Goya, incluido el de mejor película, actor y director, de los once para los que había sido nominada. Es decir, casi todo y con merecimiento ya que es una película muy bien hecha, con un guión creíble, acción trepidante, interpretaciones, además de coronado, excelentes. Un buen thriller que nada tiene que envidiar a sus semejantes norteamericanas.
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Y es que Enrique Urbizu, el director vizcaíno, parece haberle tomado la medida, de los ritmos, la acción y la medida violencia al cine de acción y policíaco y se siente cómodo en el género, tanto, que prepara otra cinta sobre Paesa para el próximo año.
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La película tiene la virtud de que no hay malos ni buenos. Hay personas que buscan hacer bien su trabajo, a cualquier coste, y otros que prefieren hacer lo mínimo. Nadie es absolutamente malvado, salvo los terroristas y narcotraficantes a quienes no se muestra especialmente feroces ni desalmados. Trinidad acaba haciendo la guerra por su cuenta y retomando un caso que dejó hace años cuyo expediente "anda perdido". O al menos eso se deduce, como algunos otros aspectos de la trama.
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Los celos profesionales entre policías, los infieles confidentes, la juez perspicaz que no se deja engañar dan cabida a una trama muy bien construida que recuerda, en algunos puntos, a lo que debió pasar el 11-M.
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Violenta, antiheroica y trepidante, es una de las mejores películas de acción españolas que hemos visto en varias décadas.
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Y es que Enrique Urbizu, el director vizcaíno, parece haberle tomado la medida, de los ritmos, la acción y la medida violencia al cine de acción y policíaco y se siente cómodo en el género, tanto, que prepara otra cinta sobre Paesa para el próximo año.
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La película tiene la virtud de que no hay malos ni buenos. Hay personas que buscan hacer bien su trabajo, a cualquier coste, y otros que prefieren hacer lo mínimo. Nadie es absolutamente malvado, salvo los terroristas y narcotraficantes a quienes no se muestra especialmente feroces ni desalmados. Trinidad acaba haciendo la guerra por su cuenta y retomando un caso que dejó hace años cuyo expediente "anda perdido". O al menos eso se deduce, como algunos otros aspectos de la trama.
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Los celos profesionales entre policías, los infieles confidentes, la juez perspicaz que no se deja engañar dan cabida a una trama muy bien construida que recuerda, en algunos puntos, a lo que debió pasar el 11-M.
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Violenta, antiheroica y trepidante, es una de las mejores películas de acción españolas que hemos visto en varias décadas.
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