La película Criadas y señoras, dirigida, con un bajo presupuesto, por el norteamericano Tate Taylor tomó como base de su guión la novela The Help de Katryn Stockett y ha sido todo un éxito de público y crítica. Fue seleccionada para cuatro Oscar de los que recibió uno, a la mejor actriz secundaria, Octavia Spencer, que también recibió un BAFTA y un Globo de Oro.
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La película está ambientada en el Mississipi de los años 1960s en una ambiente cargado de racismo insultante cuando el sacerdote protestante Martin Luther King luchaba, hasta la muerte, por los derechos civiles y la igualdad entre blancos y negros. Es el retrato de la vida cotidiana en un pequeño pueblo, Jackson, infectado por esa enfermedad que asoló y aun padecen los Estados Unidos, que se pueda llamar supremacismo blanco, o simplemente racismo.
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La película es la historia de un libro. El libro que la soñadora, inconformista y valiente Skeeter se empeña en escribir en contra de la opinión de la "buena gente" de Jackson, blanca, rica y cultivada, que mantienen desde hace siglos a sus criados negros como una propiedad erigiéndose en dueños y señores de la vidas de estas personas que lo son todo en las casas y en la educación y cuidados de los niños blancos.
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Tristemente real pero finalmente esperanzadora, muestra cómo una parte de la sociedad blanca americana también luchó y persiguió la igualdad de derechos, al menos sobre el papel, aboliendo las insultantes leyes raciales. Leyes que se mantienen aún en la mente cerril de algunos debido, quizás, a lo reciente de este cambio que vemos desde aquí como monstruoso. Alegra ver cómo la proclamación del mensaje evangélico de amor al enemigo, es el hecho que hace girar la historia hacia el triunfo de la verdad y la libertad. No puede ser de otra forma.
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La película está ambientada en el Mississipi de los años 1960s en una ambiente cargado de racismo insultante cuando el sacerdote protestante Martin Luther King luchaba, hasta la muerte, por los derechos civiles y la igualdad entre blancos y negros. Es el retrato de la vida cotidiana en un pequeño pueblo, Jackson, infectado por esa enfermedad que asoló y aun padecen los Estados Unidos, que se pueda llamar supremacismo blanco, o simplemente racismo.
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La película es la historia de un libro. El libro que la soñadora, inconformista y valiente Skeeter se empeña en escribir en contra de la opinión de la "buena gente" de Jackson, blanca, rica y cultivada, que mantienen desde hace siglos a sus criados negros como una propiedad erigiéndose en dueños y señores de la vidas de estas personas que lo son todo en las casas y en la educación y cuidados de los niños blancos.
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Tristemente real pero finalmente esperanzadora, muestra cómo una parte de la sociedad blanca americana también luchó y persiguió la igualdad de derechos, al menos sobre el papel, aboliendo las insultantes leyes raciales. Leyes que se mantienen aún en la mente cerril de algunos debido, quizás, a lo reciente de este cambio que vemos desde aquí como monstruoso. Alegra ver cómo la proclamación del mensaje evangélico de amor al enemigo, es el hecho que hace girar la historia hacia el triunfo de la verdad y la libertad. No puede ser de otra forma.
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