Me ha resultado curioso comprobar que mi admirado Alfred Hitchcock aparece en este baluarte por primera vez, teniendo en cuenta que creo haber visto (casi) todas las películas de este genio británico que triunfó en los certámenes europeos, Venecia, San Sebastián o Cannes pero que obtuvo ningún Oscar, a pesar de haber sido nominado en cinco ocasiones, ni BAFTA, no Globo de Oro. Este hecho no le quita genialidad al director, desde luego. Esta película de 1964. Los protagonistas son la joven Tippi Hedren que ya protagonizara Los pájaros el año anterior y un joven Sean Connery hace el papel secundario.
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Marnie, la ladrona nos cuenta la vida de una embustera y ladrona compulsiva, una cleptómana, seguramente, que se sirve de su trabajo como secretaria para llevarse el dinero de las cajas fuertes. Cuando Mark Rutland () la contrata, no sólo no abandona sus delictivos hábitos, sino que, además, se comporta de manera absolutamente desquiciada. A pesar de todo, Mark, cediendo a un impulso inexplicable, decide casarse con ella y averiguar las razones de su obsesivo comportamiento. Cuando un terrible accidente lleva a Marnie a una situación límite, Mark la obliga a enfrentarse a sus terrores cuyas raíces se hunden en el pasado.
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Esta película como todas las de Alfred Hitchcock deja un poso agradable del buen cine y, a pesar de los planos exteriores, que resultan graciosos hoy en día por lo simple y evidente de la figuración de los decorados, es, en algunos momentos conmovedora ya que se trata más de una declaración de amor que de una película de acción.
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