Anne Fontaine es una directora de cine luxemburguesa afincada en Francia, autora también de los guiones de sus películas y que en sus primeros años fue actriz y bailarina. Dirigió esta película que hoy se presenta, estrena con el título de Agnus Dei, con un guion potente y bien llevado, con la actuación de actrices poco conocidas como Agata Buzek o Agata Kuleska, a quien ya vimos en Ida. Esta película fue nominada para cuatro César en 2016 y obtuvo el Premio FIPRESCI en el Festival Internacional de Valladolid de ese mismo año.
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Las inocentes cuenta la historia, basada en un hecho real, de unas monjas polacas de un convento cercano a Varsovia que quedaron embarazadas tras ser violadas por las soldados rusos al final de la II Guerra Mundial, en agosto de 1945, hecho que se intentó mantener en secreto. Mathilde Beaulieu es una joven médico francesa (y comunista) enviada por la Cruz Roja para garantizar la repatriación de los prisioneros franceses heridos en la frontera entre Alemania y Polonia. Descubre que varias hermanas del convento están embarazadas y aunque Mathilde es inexperta y no está autorizada para tomar la iniciativa en este caso, deberá aprender a sacar adelante esta inusual situación y ayudar a las hermanas.
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Esta película nos pone ante una situación límite, de un sufrimiento grande ante el Mal absoluto y de cómo dos mundos diferentes, el de la libertina Mathilde, sin reglas y sin Dios se enfrenta al mundo reglado, estricto y basado en un Amor Superior y a la obediencia, la oración, la contemplación y la fe. Esta colisión se hace ante un problema de imposible solución y en el sólo es preciso actuar con la máxima discreción y el mayor amor, cosa que entre todas consiguen, para salir de esta delicada situación.
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El planteamiento del problema se hace con delicadeza y elegancia y se lleva a cabo sin juzgar a nadie mostrando las aristas de problema, los dramas individuales y el colectivo de la Comunidad. Esta película es un regalo que habría que ver con los ojos y el corazón bien abiertos para disfrutarla y hacerse las preguntas que esta situación nos plantea.
4 comentarios:
Aunque roza el tema de lejos, y por no desatender los fogonazos de una memoria cada vez menos obediente, me permito dejar cita de una película "de monacato". En ella no se aborda asunto tan delicado como el que arriba se menciona, pero a cambio su director, Andrei Tarkovsky (qepd, mi adorado ruso nostálgico), vierte luz tenue de icono ortodoxo a lentos raudales sobre las meditaciones del monje (pintor de iconos) Andrei Rubliev, a quien se deben maravillas en pan de oro y madera de abedul manufacturadas a principios del siglo XV.
FICHA:
*Título original
Andrei Rublev (St Andrei Passion)
*Año
1966
*Duración
205 min.
*País
Unión Soviética (URSS)
*Director
Adrei Tarkovsky
*Guion
Andrei Konchalovsky, Andrei Tarkovsky
*Música
Vyacheslav Ovchinnikov
*Fotografía
Vadim Yusov
*Productora
Mosfilm Studios
*Sinopsis
A comienzos del siglo XV, el monje pintor Andrei Rublev acude junto con sus compañeros a Moscú para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin. Fuera del aislamiento de su celda, Rublev comenzará a percatarse de las torturas, crimenes y matanzas que tienen aterrorizado al pueblo ruso... La biografía del pintor ruso Andrei Rublev -Andrei Rubliov-, famoso por sus iconos, sirve de base para hacer un minucioso retrato de la vida social, política y artística en la Rusia de principios del siglo XV. (Fuente: FILMAFINITY)
*Premios
1969 Festival de Cannes: Premio FIPRESCI.
Interesante apunte que agradezco. Estoy casi seguro de que la película soviética contiene un sesgo marxistizante en lo que a "lucha del pueblo contra los poderosos" como pasaba con las películas de la época soviética que incluye también, no todo va a ser malo, obras excelentes.
La historia de la Iglesia Ortodoxa Rusa, pilar de la "Tercera Roma" es apasionante.
Un saludo cordial.
Abu Saif
Desde luego; la cinematografía rusa, hasta lo poco que llego, anda bien surtida de propaganda sobre materialismo histórico, dialéctica trucada, artificios estructurales marxistas... En general ofrece personajes cuajados por aquella angustia tan rusa que hoy parece amortizada y que también saturó la literatura, volviendo a ambas disciplinas plomizas para el espectador y para el lector de talante y natural cisuralense.
Pero con Tarkovsky estamos de suerte. Su deseo de independencia artística le valió la vigilancia de la Academia Rusa de Cine, que aprovechó su visita Italia para prohibirle el regreso a su país a menos que se comprometiese a ciertas retractaciones ideológicas. Andrei no cedió, y pasó una larga y dolorosa temporada separado de su patria y de su familia en compañía de su amigo y coguionista Tonino Guerra (cuyo historial cinematográfico es considerable). Ambos acabaron por trasladar esa pena a una nueva película, Nostalgia (1983).
"Nostalgia" ganó el Premio del Jurado Ecuménico, el premio al mejor director y el premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Cannes de ese año. Recibió también el premio especial y el Grand Prix du Cinéma de Creación, junto a Robert Bresson. Semejante reconocimiento a alguien que prescindía de ideas políticas y que hablaba exclusivamente en términos artísticos fue más de lo que pudieron soportar las autoridades comunistas, quienes lanzaron una ofensiva diplomática de urgencia para evitar que la cinta recibiese la Palma de Oro cuando tal cosa estaba decidida; y lo lograron. Por ello Tarkovsky decidió no volver a trabajar jamás en la Rusia comunista si lograba regresar, como así fue, cosa que aconteció mediante una notable presión internacional que exponía el caso del director dejando en su terrible y merecido lugar a la nomenclatura roja.
Con todo, no deja de ser un autor ruso y así de gran lentitud, de mucha parsimonia, meditativo, denso, cuajado de historia cuando quiere y vaciado de ella cuando lo cree oportuno, nostálgico de su tierra y de sus padres (su padre fue un notable poeta), pero reconozco que su morosidad me ha embelesado siempre, y su empleo de la cámara mostrando a ciertos personajes de espaldas mientras avanzan despacio (por ejemplo, en su "Stalker", de 1979) me dejaba clavado a la butaca allá en los tiempos universitarios. Cabe señalar también que sus consejos morales para la juventud, que ha dejado muchos (algunos hay en documentales disponibles en La Red, por ejemplo) los firmaría Ratzinger con los ojos cerrados, no sé si tanto así Francisco, ocupado como está con el materialismo histórico de aires marxistas. Creo recordar haber escuchado a Fernando Savater, durante una conferencia pronunciada hace ya demasiado tiempo, hablar muy bien del firme sentido moral de Andrei Tarkovsky. Esa moral extraideológica y notablemente ecuménica fue también motivo de que se le rechazase en la U.R.S.S. tanto como su creciente fama internacional lo permitía.
Saludos.
José A.M.C.
Gracias por la información. Desconocía esos extremos de la vida del director Tarkovsky. Muy interesante. Un saludo
Abu.
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