Hasta 1965, en España, el 8 de diciembre se celebraba, además de la Inmaculada Concepción, la Patrona de España y la de su fiel Infantería, el Día de la Madre. Imagino que las ansias comerciales, la codicia o cualquiera de las muchas lacras asociadas al liberalismo fue motivo para cambiar tan acertada fecha para homenajear a las madres, dada la cercanía con la Navidad, entendida como sublimación del comercio exacerbado.
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Seguramente cualquier cristiano sensato, empezando por los colegios católicos, debería volver a tomar esa fecha como día de la Madre, por simple coherencia, haga lo que haga El Corte Inglés o el resto de comercios.
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El frío anochecer del 8 de diciembre del 16 a.C., aproximadamente, dos jóvenes vigorosos y temerosos de Dios unieron sus cuerpos y sus almas y Dios se hizo presente en ese momento concentrando todo su Amor para impedir que Satanás dañara esa concepción con el pecado original. En ese momento, menos que un suspiro, el vientre de Santa Ana fue el eje sobre el giró el Cosmos, para que naciera nueve meses después la iba a ser la Madre del Salvador y la de todos nosotros. María y Santa Ana son modelos de Madre que hemos de venerar y agradecer por eso, Hoy, 8 de diciembre es, para mi, el verdadero Día de la Madre.
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