Presentar a Steven Spielberg a estas alturas parece un esfuerzo vano, pero conviene recordar que este veterano director de cine norteamericano ha sido nominado ocho veces al Oscar a la mejor película y siete al Oscar al mejor Director habiéndolo ganado en dos ocasiones, por Salvar al soldado Ryan y La lista de Schindler. Tras algunos trabajos menores como Caballo de guerra o experimentos como Las aventuras de Tintín, con esta película que hoy se presenta, Spielberg vuelve a ocupar un lugar preeminente en las carteleras gracias a una puesta en escena memorable, con una cuidada ambientación, un guión poderoso y muy bien articulado, escrito por él mismo y los hermanos Cohen, basado en una historia real y poco conocida y las actuaciones de actores como Tom Hanks que despunta, con su veteranía como el gran actor del cine que es.
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El puente de los espías narra una sucesión de hechos concatenados sucedidos entre 1957 y 1961, que empiezan en los EEUU con la detención, acusado de espionaje, del Coronel ruso del KGB Rudolf Ivánovich Abel. Para el juicio, se encargó de su defensa al abogado James Donovan. Posteriormente, un avión de reconocimiento U-2 que trabajaba para la CIA fue derribado sobre la Unión Soviética en mayo de 1960, siendo capturado el piloto, Teniente del USAF Francis Gary Powers, marcando uno de los puntos más calientes de la Guerra Fría. A Donovan se le encomendó negociar el intercambio de Gary Powers por el Coronel Abel. La película se centra sobre el cambio que todo esto supone en la vida de Donovan, que pasa de ser un prestigioso abogado de Brooklyn, en Nueva York, a ser un actor primordial de las negociaciones secretas entre ambas superpotencias.
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Esta es una película de espionaje que se mantiene al margen de los cánones habituales del género. Original y con el empaque de una obra maestra de los más clásico del cine, mantiene un ritmo sereno y se ve con placer. Placer que, sin duda, les recomiendo.
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