Líbano se ha convertido para los israelíes como una especie de infierno, un lugar a donde sólo se puede ir a morir. Es lógico si pensamos que tras las tres invasiones israelíes de su vecino del norte, salió derrotado dos veces, en 1990 y en 2006, a lo que hay que añadir la larga y dura guerra que empezó el recientemente fallecido Ariel Sharon en 1982 en la operación conocida como Paz para Galilea. Esta sensación ha tenido su reflejo en el cine y esta película titulada así, Lebanon, en su versión inglesa, ya que no ha habido versión española hasta la fecha, dirigida en 2009 por el director Samuel Maoz, y que fue premiada con el León de oro a la mejor película de ese año en el Festival de cine de Venecia.
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La película, en cierta forma claustrofóbica, cuenta la vida en campaña de la tripulación de un carro de combate israelí en la invasión de Líbano de 1982. El escenario es la cámara de combate y la torre del carro. En ocasiones la imagen que se ve es la estrecha mira del tirador, por la que se asoman al mundo de muerte y destrucción que les rodea.
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Dentro el panorama no es mejor. Las luchas e indisciplinas entre los soldados no profesionales, sus angustias, culpas, miedos y desesperanzas, todo en un ambiente oscuro y sucio. Todo ayuda a mostrar la parte más deprimente y sucia de la guerra en la que la vida del desconocido que hay enfrente no vale nada, salvo que quieras que el valor se invierta. Decididamente antimilitarista, esta película es de una factura brillante, con algún momento de falta de ritmo, pero un ejercicio cinematográfico notable.
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