Los españoles pagamos el precio más alto por consumo eléctrico de
toda la Unión Europea, debido al 18% de IVA y a que al precio de
producción o compra al exterior hay que añadir el 4,864% del impuesto
eléctrico especial que
corresponde al pago de la moratoria nuclear y las subvenciones al
carbón. No sé si tienen a mano un recibo de la luz de hace unos años ya que allí se veía desglosado todo esto, que ahora viene camuflado como un aséptico "impuesto de electricidad".
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En estos recibos, a todos los españoles nos cobraron mes a mes durante años un 3,54% del importe del recibo de la luz por la llamada moratoria nuclear, es decir, pagamos la construcción de centrales nucleares que nunca se usaron por criterios ideológicos cuando no por pura aceptación del chantaje etarra, como en el caso de Lemóniz. Eran los tiempos del tiro en la nuca y del "Nuclear, no, gracias", campaña de diseño soviético y notable éxito mediático.
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Además, en las facturas de la luz se podía ver otro 4,86% de la facturación que se pagaba cada dos meses, que pagábamos de forma religiosa y sin plantearnos la justicia y bondad de dicho pago, por la subvención del carbón nacional. Es decir entre todos les pagábamos los sueldos a los mineros asturianos por extraer un carbón de baja calidad y diez veces más caro del que viene de los EEUU, por ejemplo. Mientras, ellos tenían unos sueldos que duplicaban o triplicaban el de cualquier funcionario con carrera universitaria.
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El gobierno ha decidido reducir esta prebenda de la que disfrutaban los mineros asturianos desde hace décadas y, en un "gesto solidario", los mineros, azuzados por la izquierda más retrógrada de Europa, los sindicatos que a nadie representan y que también viven de nuestros impuestos, se ha lanzado a defender sus privilegios de clase, esos que disfrutan con el dinero de nuestros bolsillos.
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La prensa nos dejó estos días imágenes de la lucha revolucionaria en Asturias, al viejo estilo, barricadas, cortes de carreteras, lanzamientos de cohetes contra la Guardia Civil o mensajes tan edificantes como "Si nuestros hijos pasan hambre, los vuestros verterán sangre". Es decir, o volvemos a pagarles sus envidiables sueldos o atacarán a nuestros hijos. A esto se le llama, creo, "progresismo".