Me llamó la atención el título de esta libro del Marqués de Tamarón. como había leído ya otras obras de este diplomático montaraz, erudito y coñón.
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Pólvora con aguardiente es el título del primero de una serie de once cuentos de tamaño variado pero que están unidos por una misma calidad literaria y una calidez en la forma que hace de este libro de poco más de 150 páginas editado por Argos en 1983, una experiencia erudita, irónica y socarrona, casi siempre decadente.
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Y digo decadente por sublime, por pertenecer a una elite en vías de extinción que no calla por que aún tiene cosas que decir, pase lo que pase. Y las dice bien. En definitiva por adorar todo aquello que se encuentra en el más absoluto olvido.
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Los cuentos nos llevan, como la valija de una legación móvil de aquí para allá, de Zahara a Dinamarca, de Madrid a Lagos y de Salt Lake City a la Seranía de Ronda. Tamarón se recrea en los personajes por que le son familiares y en dos pinceladas obtiene un perfecto retrato moral.
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Los conoce, seguramente, a casi todos por que son tan reales como los de "Juego de cartas" que nos muestra a un diplomático que en Julio de 1936 jugaba a dos bandas para conservar el puesto y no perder... Finaliza el libro con una extraña y curiosa historia, personal y familiar, de una medalla conmemorativa, la "Lusitania Medal" falsa y veraz a la vez.
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Pólvora con aguardiente es el título del primero de una serie de once cuentos de tamaño variado pero que están unidos por una misma calidad literaria y una calidez en la forma que hace de este libro de poco más de 150 páginas editado por Argos en 1983, una experiencia erudita, irónica y socarrona, casi siempre decadente.
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Y digo decadente por sublime, por pertenecer a una elite en vías de extinción que no calla por que aún tiene cosas que decir, pase lo que pase. Y las dice bien. En definitiva por adorar todo aquello que se encuentra en el más absoluto olvido.
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Los cuentos nos llevan, como la valija de una legación móvil de aquí para allá, de Zahara a Dinamarca, de Madrid a Lagos y de Salt Lake City a la Seranía de Ronda. Tamarón se recrea en los personajes por que le son familiares y en dos pinceladas obtiene un perfecto retrato moral.
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Los conoce, seguramente, a casi todos por que son tan reales como los de "Juego de cartas" que nos muestra a un diplomático que en Julio de 1936 jugaba a dos bandas para conservar el puesto y no perder... Finaliza el libro con una extraña y curiosa historia, personal y familiar, de una medalla conmemorativa, la "Lusitania Medal" falsa y veraz a la vez.
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