Hace algo más de un año nos dejó el gran Miguel Delibes. Había leído hace años Mujer de rojo sobre fondo gris y mucho antes, como lectura escolar, El camino. Recuerdo que no me disgustaron. A raiz de su fallecimiento, leí artículos suyos, o sobre su vida y su obra y me pareció una persona íntegra, casera, sencilla, quizás humilde. Una persona cuya trayectoria podría parecer provinciana y hasta anodina, pero era debido a que su grandeza estaba no sólo en su pluma sino también en su forma de ver y vivir la vida.
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En un reciente artículo de El País, un librero recomendaba, por haber sido el libro que le abrió los ojos a la literatura, Diario de un cazador, la quinta de las novelas de Delibes y con la que mereció el Premio Nacional de Narrativa en 1956. Me fié del librero y lo leí. No sólo no me arrepiento, si no que he redescubierto a uno de los grandes cuya lectura voy a retomar.
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La novela está contada en primera persona por un joven, Lorenzo, cuya gran pasión y afición es la caza, alrededor de la cual, nos va contando su vida cotidiana, sus amistades, su incipiente noviazgo, la enfermedad su madre, la vida y la muerte como parte de la cotidianidad ruaral, su trabajo de conserje por el que no siente especial pasión y sus apreturas económicas. La caza, con sus reglas y sus ritos, es para él, como contrapunto de su vida gris, un espacio de libertad, de humanidad y de belleza. Los amplios y secos campos de Castilla, son el escenario sobre el que Lorenzo nos va contando en su diario su vida, con una forma de escribir directa y desenfadada, usando un bello argot cinegético, para mi desconocido, dando, quizás las claves de la felicidad en el que es, además, un sugerente y bello estudio de la naturaleza humana.
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En un reciente artículo de El País, un librero recomendaba, por haber sido el libro que le abrió los ojos a la literatura, Diario de un cazador, la quinta de las novelas de Delibes y con la que mereció el Premio Nacional de Narrativa en 1956. Me fié del librero y lo leí. No sólo no me arrepiento, si no que he redescubierto a uno de los grandes cuya lectura voy a retomar.
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La novela está contada en primera persona por un joven, Lorenzo, cuya gran pasión y afición es la caza, alrededor de la cual, nos va contando su vida cotidiana, sus amistades, su incipiente noviazgo, la enfermedad su madre, la vida y la muerte como parte de la cotidianidad ruaral, su trabajo de conserje por el que no siente especial pasión y sus apreturas económicas. La caza, con sus reglas y sus ritos, es para él, como contrapunto de su vida gris, un espacio de libertad, de humanidad y de belleza. Los amplios y secos campos de Castilla, son el escenario sobre el que Lorenzo nos va contando en su diario su vida, con una forma de escribir directa y desenfadada, usando un bello argot cinegético, para mi desconocido, dando, quizás las claves de la felicidad en el que es, además, un sugerente y bello estudio de la naturaleza humana.
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