domingo, 13 de mayo de 2018

Carta a un Caballero Legionario

Querido Arturo:
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Hace ya 25 años que te fuiste  como los Caballeros Legionarios, con la cabeza bien alta, con la misión cumplida y dejando atrás un halo de agradecimiento, dolor y orgullo.
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El agradecimiento, porque sabemos que tu muerte no fue estéril porque tu labor, minúscula entre las tareas del Ejército, era imprescindible en ese momento y lugar, el Mostar de 1993 cuando el odio racial y el nacionalismo excluyente dejaba un reguero de cadáveres por las ciudades y campos de Bosnia Herzegovina.
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El dolor, porque la muerte siempre deja un sabor amargo y del que recuerdo la sensación de no tener más lágrimas que llorar. Pero tú, como yo, como nuestros legionarios, todos Novios de la Muerte, sabíamos entonces y también ahora que “El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”... Eso es y será siempre suficiente.
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El orgullo, porque me conté entre tus amigos, porque vestimos la misma camisa verde y vivimos, durante nuestra apasionada juventud, la rabia por las injusticias, el sufrimiento y el odio que veíamos en los Balcanes. Porque conservo viva tu amistad a través de Titi, tu viuda, cuya entereza y serenidad me llena de vida.
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Arturo, ya sabes que la muerte no es el final y eso nos reconforta. Allí, en la Casa del Padre, ya te has reunido con Suso Aguilar, que te visitó pronto, en rápido viaje también desde Mostar, con José Manuel Berdugo que en un giro brusco de la vida nos antecedió a todos, con Arturo Vinuesa a quien una noche guerrillera le heló la sonrisa, con Manolo Verde que entró corriendo, dándolo todo, en el Cielo, con Martín Rodríguez de Labra que se lo llevó el Señor de las nieves y los hielos, a Fede Sierra que llegó al Cielo en un marzo plomizo, en el maldito tren de Atocha…
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Siete infantes de la XLV Promoción de la AGM que resplandecen como siete luceros. Hacedme un hueco que me uniré a vosotros en cuanto me llame el Jefe Supremo.
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Hasta pronto, Arturo. Un abrazo legionario.

1 comentario:

LFU dijo...

Emocionante. Un abrazo