François Ozon es un director de cine parisino que comenzó experimentando con películas de formatos no comerciales, sobre todo cortometrajes que fueron seleccionados en festivales internacionales. Hasta la fecha ha estrenado 17 largometrajes con los que obtuvo premios en certámenes de cine como “En la casa”, que fue Concha de Oro en San Sebastián en 2012. Pero el que se presenta hoy ha sido uno de sus mayores éxitos de crítica. Estrenado en 2016 y rodado en blanco y negro ofrece una rara belleza, clásica, serena, a la que contribuyen una excelente ambientación, las interpretaciones de Pierre Niney, a quien ya vimos en Un hombre perfecto, y a la joven Paula Beer que recibió un premio a la mejor actriz revelación en Venecia. En cambio no se le concedió ninguno de los once Cesar a los que fue nominada esta película.
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Frantz transcurre, salvo el final parisino, en un pequeño pueblo de Alemania, poco después del armisticio de la I Guerra Mundial. En el pueblo se masca la derrota y se llora a los jóvenes muertos. Anna, una bella y joven huérfana, va todos los días a visitar la tumba de Frantz, su prometido caído en Francia. Un día, un desconocido joven francés, Adrien, también deja flores en la tumba. Su presencia suscitará dudas, suspicacias y también rechazo en una sociedad marcada por la reciente derrota, donde el nacionalismo comienza a alimentarse de agravios reales o imaginados. La relación entre Anna y Adrien sufrirá diversas fases hasta un desenlace imprevisible.
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Frantz, además de una hermosísima y elegante película nos sitúa ante el drama del remordimiento, la verdad y la mentira. Nos interpela entre el amor y el rechazo y nos ofrece fórmulas para el perdón, a lo que contribuye la fugaz aparición de un sacerdote, todo ello en un ambiente cargado por los sentimientos no siempre limpios de la postguerra. Una gran película que recomiendo si duda.
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Frantz, además de una hermosísima y elegante película nos sitúa ante el drama del remordimiento, la verdad y la mentira. Nos interpela entre el amor y el rechazo y nos ofrece fórmulas para el perdón, a lo que contribuye la fugaz aparición de un sacerdote, todo ello en un ambiente cargado por los sentimientos no siempre limpios de la postguerra. Una gran película que recomiendo si duda.
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