László Nemes es un joven escritor, guionista y director de cine húngaro, hijo del también director Jeles András. Su producción se limitaba a cortometrajes hasta que en 2015 dirigió su primer, y hasta ahora único, largometraje que obtuvo un éxito sin precedentes para una ópera prima llevándose los premios a la mejor película no nacional en los EEUU, con el Oscar y el Globo de Oro, Reino Unido con el BAFTA e Italia con el David de Donatello y habiendo sido nominada en Francia para el César y España para el Goya. Además, fue Gran Premio del Jurado en Cannes. Rodada con un estilo peculiar en el que la cámara parece seguir siempre de cerca y por la espalda al protagonista recrea el ambiente sórdido y terrible de los campos de concentración en el que el ruido es constante y la luz escasa, logrando así el deseado efecto.
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El hijo de Saúl trascurre durante el año 1944, en el horror del campo de concentración de Auschwitz, un prisionero judío húngaro llamado Saúl, miembro de los 'Sonderkommando', es decir los encargados de quemar los cadáveres de los prisioneros gaseados nada más llegar al campo y limpiar las cámaras de gas, encuentra cierta nivel de supervivencia moral tratando de salvar de los hornos crematorios el cuerpo de un niño que toma como su hijo.
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Era tal la unanimidad de la crítica sobre esta película que quise verla desde el momento de su estreno pero no fue hasta ahora que se me presentó la oportunidad. La película te lleva a un lugar y un tiempo incómodo a seguir una reglas sádicas y a ser parte del problema ya que nunca podrás ser parte de la solución. Trabajo brillante, pero no para todos los gustos.
1 comentario:
Esta película tiene un problema: las cámaras de gas no existieron, y lo de millones de judíos pasando por sus hornos tampoco.
Desde hace años, cada dos por tres películas sobre nazismo muy poco objetivas y no es casual: el plan mundialista y globalista quiere inocular en las masas que todo el que se oponga a él es un criminal o simpatizante de criminales.
El cine es propaganda, el de ahora más que nunca.
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