Russell Crowe es bien conocido por ser uno de los más aclamados actores anglosajones y, sin duda, el mejor de los de origen neozelandés. Ganó un Oscar, un BAFTA y un Globo de Oro, pero todo ello fue hace quince años, aproximadamente. Con esta película hace su primer trabajo de director, además de ser el principal protagonista.
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El maestro del agua es una aventura ambientada cuatro años después de la devastadora batalla de Gallipoli, o Cannakale, que enfrentó a turcos y británicos en 1915, en la costa del Egeo de Turquía durante la Primera Guerra Mundial. Joshua Connor es un granjero australiano que, tras la muerte de su esposa, viaja a Estambul para descubrir qué ha pasado con sus tres hijos, todos declarados desaparecidos en combate en la mencionada batalla. Durante su búsqueda conoce a una hermosa mujer, propietaria del hotel en el que se hospeda. Aferrado a la esperanza y con ayuda de un oficial turco, Connor se embarca en un viaje a través de una Turquía que está ocupada y en plena guerra contra los griegos en los momentos previos a la revuelta de los Jóvenes Turcos.
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La película está bien ambientada y trata el problema político turco de aquellos años con acierto. Pero el guión tiene puntos flojos que deja a las dotes adivinatorias del bienintencionado Connor, zahorí para descubrir agua, pero también hijos, y eso, la verdad deja la historia un poco coja. El final, cada vez más previsible, no deja de ser un desenlace poco creíble y forzado. La dejaremos como entretenida.
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