El pronóstico meteorológico para ayer era demoledor ya que anunciaba inclementes lluvias que, finalmente, no aparecieron. No sin riesgo de mojarme, afronté con ganas un paseo campestre en inmejorable compañía. El lugar era cercano a Robledo de Chavela, un pequeño pueblo madrileño cuyo principal encanto reside en el paisaje de media montaña que le rodea, una estribación del imponente Gredos que se presiente. Su mayor peculiaridad es una estación de la NASA de seguimiento de la llamada Red del Espacio Profundo. La combinación de paisaje y espacio profundo es explosiva, se lo aseguro.
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Lo cierto es que el poder disfrutar de un hotelito delicioso que tiene todas las comodidades, incluyendo, aspecto siempre descuidado en los hoteles, una espléndida y comodísima cama, fue un aliciente más para disfrutar de un fin de semana diferente..
Los cinco enebros, se llama el hotel y aunque, me parece un atrevimiento en estos tiempos tan zafios ofrecer confort y buen gusto en lugar tan alejado del mundanal ruido, al parecer, hay gente más que suficiente para decidirse por este sitio, lo cual se agradece.
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El paseo me trajo viejos recuerdos de mi juventud, el olor a jara, el brillo pegajoso y aromático de sus hojas, el viento fresco sobre el rostro, las nubes que se movían frenéticas sobre nosotros, amenazando con mojarnos, algún lejano perro ladrador. Todo ello configuraba un conjunto que resultaba grato, pleno. El paisaje estaba ahí abajo y nosotros con él. El espacio profundo arriba, muy arriba, pero no tanto como para no poder disfrutar de un rompimiento de gloria, esos rayos de sol que escapan de su prisión de nubes, como se ve en la foto de arriba.
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Les aseguro que cuando se está rodeado de una naturaleza hermosa, fértil y no estropeada por la acción depredadora del hombre y se ve sobre el cielo un rompimiento de gloria cuando se pasea de la mano de un ángel, la cercanía de Dios es evidente y se nos hace presente en estas pequeñas o enormes cosas.
1 comentario:
Buen fin de semana, hemos viajado con vosotros por esos maravillosos paisajes.
Bien recuerdo el olor la la Jara en mis viajes a Extremadura.
Enhorabuena una vez más por tu Blog.
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