miércoles, 3 de febrero de 2010

Tempestad de la memoria

Perdona si mis problemas te saturan la cabeza

te regalo mis problemas y comparto mi dolor.

La melancolía, si bien lo hace pocas veces,

aparece como siempre y, lo digo con certeza,

sangrará por una herida que me quema sin calor.

Para entonces el recuerdo removerá mis heces

y llegarán a mi puerto, cerrado ya por las nieblas

del tiempo, densas y ciegas que impedirán atracar

al barco de la memoria con su carga de recuerdos

que me duelen, que me matan y me niego a contemplar.

Mas no hay ahora olvido que pueda el mal ahuyentar

ni que retrase la muerte de aquellos mis pensamientos

que se quedaron atrás, donde la rosa los vientos

ya no espera la llegada de ese viejo galeón

hundido y roto hace siglos que ahora yace inútil,

esperando navegar rodeado de sirenas

cantando en otro mar henchido de nuevos vientos

que impulsen sus velas de nuevo hacia el más allá.

Vana espera, marinero, que oteando en esta mar

procuras ruta propicia pues tu nunca llegarás

a buen puerto, a buen abrigo, porque la nave que fuiste

ya no volverá jamás de los mares del olvido.

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