miércoles, 24 de junio de 2009

Chinmoku (Silencio), película de Masahiro Shinoda

El cine japonés puede ser amado o aborrecido. Yo casi siempre me encuentro en el primer grupo. Akira Kurosawa ha sido uno de mis directores favoritos si bien reconozco que hay que hacer una preparación previa para ver, por ejemplo "Los siete samurais".
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La civilización y la cultura japonesa, por la que siento una gran atracción, me resulta, por su absoluta lejanía del ser cristiano, tremendamente difícil de entender.
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Alguien dijo que el cine europeo se centra en la psicología humana, el americano en la acción y el japonés en lo que rodea al hombre, su circunstancia, que decimos los orteguianos. Es posible.
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Así, por ejemplo ante dos películas de gran contenido inmoral como "El imperio de los sentidos" y "La balada de Narayama", en la primera se nota la raiz e influencia occidental (es decir francesa y "culturalmente" cristiana) de su director Oshima, mientras que en la segunda se hace patente su esencia plenamente oriental, sin "contaminación" occidental en el trabajo de su director, Imamura. Y es que a la hora de plantear los momentos de especial transcendencia moral en las películas, se distinguen descarnados y vitales en una, sutiles y, digamos, elegantes en la segunda. Y así sucede con casi todas las películas japonesas.
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Pero la película que les hablo es diferente. Es híbrida, podríamos decir. Se trata de un producto genuinamente japonés pero cuyo guión está basado en la novela del católico Shusaku Endo (que estudió en Francia) "Chinmoku", "Silencio" en su versión española. Debo agradecer a mi amigo César el que me haya hecho consciente de la existencia de esta joya de la literatura moderna. La novela, y la película, ambientada en el siglo XVII, trata del viaje de dos jesuitas portugueses a Japón buscando a un tercero del que no tienen noticas desde hace tiempo y del que creen que ha abjurado de su fe. Se plantea, en fin, el terrible conflicto moral al que se ven sometidos los creyentes japoneses y los sacerdotes europeos ante la brutalidad de las autoridades locales.
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La película, rodada en 1971 y presentada en Cannes en 1972, dura algo más de dos horas y está disponible en versión original japonés e inglés (es una lástima que no se emplee el portugués) y con subtítulos en inglés (y japonés cuando se habla en inglés). Tiene todos los ingredientes del mejor cine japonés, una cadencia por momentos mortecina, unos planos fijos en los que la luz y el paisaje juegan el papel protagonista, una música, muy suya, oportuna y que mezcla sones occidentales y orientales y unos actores que a pesar de su inexperiencia están mejor que correctos.
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La película es una válida reflexión sobre la vida de los cristianos en un mundo pagano al que parecemos dirigirnos. Si prefieren esperar, en 2010 Martin Scorsese, que ya escribió un prólogo a la edición inglesa de la novela de Endo, estrenará una nueva versión de esta película. Elijan, pero no dejen pasar la oportunidad de verla, tras leer la novela, casi imposible de conseguir, por ahora.

2 comentarios:

César UMG. dijo...

Gracias por la recomendación de la versión japonesa y por la mención. Siempre es una alegría difundir libros desconocidos que están destinados a permanecer, a resultar con los años clásicos, por su belleza y profundidad. Silencio, no cabe duda, es uno de ellos. Desconfio, sin embargo, de las versiones cinematográficas, pues parte del mensaje más profundo y de carácter teológico del libro, está semiescondido en detalles muy sutiles del libro que se me antojan dificiles de plasmar en pantalla. Un fuerte abrazo. César.

Abu Saif al-Andalusi dijo...

César, es cierto lo que dices de las versiones cinematográficas. Aunque a veces la belleza de unas imágenes puede hacer más "digerible" un mensaje como el de Silencio para una mayoría adocenada y que rehúsa, por lo general, la lectura. En este caso, efectivamente el mensaje profundo queda no desvirtuado, pero si desvaído. Gracias por este descubrimiento que me ha sido muy útil en los tiempos que corren.
Abu