Hoy se cumplen diez años de vida de este baluarte y repito la fue primera aportación que no ha perdido vigencia. Felicidades a todos.
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Desde el baluarte de mi conciencia se adivinan tormentas. Malos tiempos para los tibios que se conforman con dejarse llevar. Pero, sobre todo, son malos tiempos para los que se afanan en mantener la fama y el honor, como aprendían desde niños los futuros soldados de España. Los aprendices de soldados son cada vez más necesarios. Las lecciones de nuestros mayores, las lecciones de la historia, el consejo de un padre. ¿Es que todo se ha perdido?.
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Desde el baluarte de mi conciencia se adivinan tormentas. Malos tiempos para los tibios que se conforman con dejarse llevar. Pero, sobre todo, son malos tiempos para los que se afanan en mantener la fama y el honor, como aprendían desde niños los futuros soldados de España. Los aprendices de soldados son cada vez más necesarios. Las lecciones de nuestros mayores, las lecciones de la historia, el consejo de un padre. ¿Es que todo se ha perdido?.
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El peligro mayor es la desesperanza y el olvido, la tibieza y la pobreza de espíritu. Todo ello configura las conciencias fuertes. Firmes como los amarres de un puerto seguro. Así se debe afrontar la batalla final, porque será larga, muchos caerán en la gesta. Será dura y sólo los mejor preparados resistirán los embates de fuerzas prodigiosas y malignas.
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Lo más terrible de este combate es que se librará en un campo de batalla en lo más profundo de nuestros corazones, y sólo la forja de Hombres completos, garantiza la supervivencia y, al final, la victoria.
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