Otto Preminger fue un director de cine austriaco afincado en los EEUU que, a pesar de su larga y fértil carrera cinematográfica obtuvo un par de nominaciones a Oscar y un Globo de Oro por "El Cardenal". La película que hoy se presenta contó con un gran rearto que inclñuía a Debora Kerr o David Niven además de unos exteriores extraordinarios. La música tampoco es desdeñable y el guión, que fue nominado para un BAFTA en 1958, es una adaptación de Arthur Laurents para el cine de la novela homónima de la francesa Françoise Sagan.
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Buenos días, tristeza se desarrolla como una historia retrospectiva pero, sobre todo, durante un radiante y plácido verano en la Riviera francesa. Allí Cécile, la hija adolescente, problemática y un tanto malcriada de Raymond, ve con disgusto la relación entre su padre viudo, atractivo y mujeriego con Anne, que fue la mejor amiga de su madre. El temor a perder el cariño de su padre y los celos que le inspira Anne, la llevarán a hacer todo lo posible por separarlos enredando en la situación a otra amante de su padre, la simple y voluptuosa Elsa.
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Esta película es un drama familiar que retrata bastante bien las relaciones enfermas en una familia en la que falta la madre, y a la que nadie parece recordar, y cómo unos afectos desmesurados, la búsqueda permanente de la amistad, del amor o de algunos de sus sucedáneos, siempre mal concebidos y peor ejecutados dejan como resultado un vacío infinito. La puesta en escena es elegante y algunos aspectos se tratan con delicadeza con lo que el resultado en bueno y deja un poso para la reflexión.
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