Las memorias de los grandes protagonistas de la historia es siempre fuente de sabiduría y conocimiento, no sólo de los hechos, sino también del ejercicio del liderazgo. Si las memorias son de un militar que se empeñó en combate las enseñanzas son aún mayores por cuanto ese liderazgo fue ejercido en condiciones muy difíciles en las que la superioridad moral es crucial.
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De la larga serie de memorias que los generales alemanes escribieron sobre la II Guerra Mundial, estas que hoy vienen a este baluarte, revisten especial interés. El Mariscal Friedrich von Paulus, defensor del cerco de Stalingrado durante meses al mando del Sexto Ejército de la Wehrmacht, reviste un testimonio excepcional dada su final rendición al Ejército Rojo y su cautiverio en la URSS.
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Stalingrado y yo, no son propiamente una memorias, ya que Paulis no las escribió, pero el editor, Walter Görlitz, con la ayuda de la familia del Mariscal y el acceso a las memorias, diarios y otros documentos de personajes implicados en las operaciones, reconstruye los hechos, pero centrándose en las relaciones personales y de mando de Paulus con la cadena de mando alemana de la que dependía y con la tuvo notables discrepancias pero a las que obedeció seguido por un acusado sentido del deber y la disciplina, de clara tradición prusiana.
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El testimonio de cómo alguien con Hitler tomaba decisiones de orden táctico sin conocer la realidad sobre el terreno y sobre las operaciones militares, muchas veces por simples cuestiones ideológicas y cómo los generales le fueron leales, por serlo a su Patria, a pesar del profundo desacuerdo operativo e ideológico con el Führer nos da una lección de lealtad y de grandeza, difícilmente comprensible para quien ni entienda el arte de la guerra no el noble desempeño,del mando.
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El testimonio de cómo alguien con Hitler tomaba decisiones de orden táctico sin conocer la realidad sobre el terreno y sobre las operaciones militares, muchas veces por simples cuestiones ideológicas y cómo los generales le fueron leales, por serlo a su Patria, a pesar del profundo desacuerdo operativo e ideológico con el Führer nos da una lección de lealtad y de grandeza, difícilmente comprensible para quien ni entienda el arte de la guerra no el noble desempeño,del mando.
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