No
queda tiempo para lamentos. Todo parece estar cerrándose. Un negro sumidero se
lleva nuestra última esperanza. En el horizonte ya no se ve el resplandor del
faro que anunciaba el calor cercano del hogar, donde todo era fácil y amable,
donde las certezas y el cariño arrullaban y hacían llevaderas las miserias
materiales porque nos sustentaban las grandezas morales.
.
Se
retira la tierra bajo nuestros pies, la decencia y la honestidad están en fuga,
la responsabilidad es negada y la reputación y fama están en almoneda. Sólo el éxito material es seña de calidad humana.
.
Los
que creen dirigirnos ofrecen como ejemplo el delito y la inmoralidad. El dinero
va y viene entre cuentas y sobres, sin más esfuerzo que el disimulo.
.
Las
calles de España se llenan de desesperanza, los gestos airados u orgullosos de
otros días se tornan en miradas perdidas, desconcertadas, huérfanas de
dirección y de moral. Los hipócitas, que son mayoría, se quejan tan sólo porque reclaman su parte del botín.
.
En
algunos rincones, no menos sucios, ponen en duda la misma existencia de
España, la memoria de nuestros padres y el futuro de nuestros hijos. Todo para
que los sobres sigan circulando.
.
No es
momento para lamentos desgarrados, para la predestinada abulia. No. Es tiempo
de que el aire sea rasgado por nuevas canciones de esperanza y honor. Es tiempo
de que la única música que se oiga sea la de las máquinas trabajando
incansables para levantar el futuro. Es tiempo de sacrificio y esfuerzo, de
negación propia para la afirmación colectiva. Es el momento de que las personas
importantes se retiren para dejar paso a las personas útiles. Es el momento de
que quien deba, vaya a la cárcel, sin excepción, y que tome el timón quien sepa.
Los de las listas de siempre ya han dado todos su medida.
.
Por
favor, dejen paso.
1 comentario:
No seas ingenuo, no me hagas reir. Nadie va a dejar paso, nadie. ¿Quien sepa? No amigo mío, quien pueda.
Ellos no van a dejar paso, es necesario apartarlos por la fuerza para abrir paso a la salvación de la patria, y la salvación de la Patria, de las Españas, sólo ha tenido, tiene y tendrá un nombre, el carlismo y los carlistas
Bajo el signo de la cruz, enarbolando la bandera blanca de la cruz de Borgoña, con la fuerza de la tradición y de sus brazos, el enemigo deberá ser aniquilado.
Dios, Patria, Fueros y Rey legítimo, ayer, hoy y siempre.
Publicar un comentario