Algunos directores españoles han vendido su alma a la ideología e la que viven y de la que se apacientan. Esto lejos de ser un impedimento, como pasaría en muchos sitios, en España supone un (supuesto) "marchamo de calidad", un plus. Es la forma de ser eso tan ridículo que llaman "artista comprometido", aunque nos han dicho con qué... Pero nos lo imaginamos. Isabel Coixet es una de ellas y ha basado su escaso trabajo cinematográfico en productos de propaganda de la izquierda subvencionada.
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La Coixet hizo un par de películas que fueron, lógicamente, premiadas, en los Goya, pero esta fue la única que optó, aunque sin éxito a la Palma de Oro de Cannes en 2009, y al Oscar a la mejor cinta extranjera en el mismo año del estreno de esta Mapa de los sonidos de Tokio, que pasó, no obstante, sin pena ni gloria por las carteleras.
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Coixet hace una película japonesa, cultura a la que dice sentirse cercana, con la japonesa Rinko Kikuchi y un muy poco convincente (pero "comprometido"), Sergi López. La película cuenta una historia de asesinos a sueldo y pasión que podría ser interesante pero que se pierde entre escenas de sexo que nada aportan y momentos de "espera" que añaden poco a una trama artificiosamente estirada y que contiene varias historias interconectadas y paralelas, pero superfluas, contadas por un narrador que no sabemos quien es. Es una película pretenciosa y vacía, un ejercicio visual sin alma ni emoción.
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