Ignoro donde naciste
y cómo llegaste a mi mesa
tal vez en la América hispana
fuiste de la lluvia presa;
o de una montaña africana
llegaste en un saco metido
pero hoy termina tu largo
viaje, y aquí conmigo
daré fin a tu existencia
en leves besos, libando
de tu frágil traje blanco.
Fuiste callado testigo
de romances y de juergas
escusa para palabras
amargas y a veces tiernas
De tristes noticias fuiste
las lágrimas derramadas,
largas noches de velada
regalaste a tus amigos
les privaste de buen sueño
y del descanso merecido
Pero hoy sólo quiero,
compañero del destino,
decirte que siento viva
mi alma, y nunca cautivo
de los aromas dulzones
de los sabores divinos
que me regalas, amigo.
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