A Aquilino Duque, el sabio de Villamarina le publican ahora poco y leen menos. Ellos se lo pierden. Me he hecho con un ejemplar de La España imaginaria que es una colección de artículos escritos entre 1962 y 1983 enmarcados entre un prólogo para socialistas y un epílogo para fascistas. Un paseo por nuestra historia reciente es siempre un antídoto contra la desesperanza aunque a veces parezca lo contrario.
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La visión que sobre la transición española tenía Duque en aquellos años desde privilegiadas atalayas morales y geográficas en Ginebra, Roma o Nueva York hacen plantearse la historia reciente de España de una forma diferente a la asfixiante "versión oficial".
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Es especialmente gratificante leer las visiones políticamente incorrectas sobre el papel de las Fuerzas Armadas, sobre el papel de la prensa, y en concreto El País, en la visión del terrorismo, sobre el papel de los comunistas en la arena política española o su explicación sobre el 23-F, comparándolo con el "auto-golpe" de De Gaulle unos años antes en Paris.
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Una relectura de lo que se decía en aquellos turbulentos años nos ayuda a interpretar el presente y a atisbar el futuro aunque también podemos caer en la melancolía al ver como las quejas de lo que pasaba entonces eran sobre algunos hechos que son vistos ahora como pecata minuta, frente a otros acontecimientos actuales que hace sólo treinta años eran inconcebibles.
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