Si Vd busca en el cine un momento de evasión viviendo las vidas de otros personajes románticos, agresivos, indolentes, audaces, épicos o líricos está Vd sacando del cine parte de su esencia. Si además de la historia que le cuentan, le gusta la forma cómo lo hacen, el cine le presenta muchas opciones para poder disfrutar de un arte a veces incomprendido y casi siempre ignorado como tal.
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La propuesta de hoy es una cinta singular, una historia real, la vida de un hombre grabada "en directo". Una historia en la que no pasa casi nada, por decirlo de una forma simplista. No hay heroes ni villanos, no hay esas escenas picantes que parecen ahora obligatorias, ni explosiones, ni tiros, ni tramas conspirativas, ni besos apasionados. Nada de eso. Lo que se reperesenta en esta película es el proceso de creación de la belleza y para ello el artista, Víctor Erice, se vale de la vida de otro artista, muy admirado por mi, como es Antonio López, quizás el mejor pintor vivo de España y uno de los mejores de los dos últimos siglos, para recrear la belleza de la creación, si me permiten el juego de palabras. Como si de una muñeca rusa se tretara, una artista lleva dentro de su obra a otro no menos excepcional. El sol del membrillo es una pequeña obra de arte que mereció el reconocimiento del jurado en Cannes en 1992.
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Víctor Erice se mete en casa de Antonio López y rueda su vida de artista, su técnica, sus trucos, inclusos los límites creativos que él mismo reconoce. Pero también su vida personal, su familia, la cuadrilla de obreros polacos que está reformando su casa, sus amigos que le visitan y sus desvelos para pintar un cuadro. El membrillero que él mismo plantó en el jardín toma protagonismo y acaba siendo el centro de la historia cuando Antonio Lopez decide pintarlo cuando el sol ilumina los frutos en un otoño, el de 1990, que fue en Madrid especialmente lluvioso. Y Antonio lucha por buscar la luz que dé entereza y brillo a los membrillos que bajo la fugaz luz mañanera de Castilla brillan con especial intensidad para que el artista los plasme a través de su paleta en un lienzo.
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Por su parte Erice busca la belleza que rodea la belleza naciente y da rienda suelta a los planos cortos, a los enfoques y las sombras y las luces que hacen de esta película un documental muy especial, casi una vida vivida a distancia y la posibilidad de delectarse con el nacimiento de la belleza pictórica a través de la belleza cinematográfica.
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Alguien me dijo en una ocasión para crear belleza hay que consumir belleza. Y esta es una película que ha de verse para poder consumir belleza en sentido puro, de la que tan necesitados estamos todos.
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