El genial director italoamericano Martin Scorsese, dirigió una larga película, de tres horas de duración, en la que cuenta, como su título indica, una historia basada en el mundo de los negocios en los Estados Unidos. El lobo de wall Street fue nominada para varios premios, como cinco Oscar, incluyendo el de mejor película, mejor actor y mejor director, de los que no obtuvo ninguno. También fue nominada para dos Globos de Oro, ganando Leonardo DiCaprio el de mejor actor.
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La película basada en hechos reales, en concreto en la vida del corredor de bolsa, o broker, neoyorquino Jordan Belfort interpretado por Leonardo DiCaprio. Belfort, como curiosidad, aparece en una escena de la película. A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito, sobre todo tras fundar su propia compañía, Stratton Oakmont, le hizo ganar una fortuna que le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. Drogas. Las tentaciones abundaban y el temor a la ley era irrelevante. Jordan y su manada de lobos consideraban que la discreción era una cualidad anticuada; nunca se conformaban con lo que tenían.
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La película, a pesar de su metraje no se hace larga, tiene momentos desternillantes, está plagada de escenas de sexo y de permanente consumo de drogas y Di Caprio vuelve a demostrr que es uno de los mejores actores de las últimas décadas. Pero también Scorsese hace una despiadada caricatura veraz del mundo de las finanzas, llenas de lobos, de codicia y de formas de actuar muy lejanas a la moral. Una gran película, sin duda.
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