Es este, Londres para turistas ricos, un viejo libro en el que el periodista Joaquín Merino, que hizo sus incursiones en los mundos de la música, de la gastronomía y del costumbrismo, describe sus viajes a Londres, frecuentes entre los años 1967 y 1971 y lo que allí, gracias a la generosa empresa que pagaba sus viajes pudo disfrutar de los mejores hoteles y restaurantes de la capital británica. En concreto, esta edición en cuya portada ven al autor "disfrazado" de rico, es la de 1985 que es una revisión de la primera de 1972.
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Ya advierte el autor que muchos de los locales ya han cerrado o cambiado de dueño y calidad, por lo que su valor como guía turística es ahora, pasados 26 años o 40 si leemos la primera edición) muy relativa. Pero tiene el valor de leer como veía un español "viajado" como era Joaquín Merino el deslumbrante Londres de los últimos 60, el Londres de tiempos de los Beatles, y no sólo en sus minucias hoteleras o culinarias, de copas y vida crapulosa, sino también de todo aquello que rodea a Londres y a sus habitantes y que la hace entonces y ahora una pequeña capital del mundo.
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Se percibe un cierto tufillo "lúbrico" del acostumbrado en los años 70 y 80 cuando narra las "posibilidades" de un Londres crapuloso y llamativo para los celtíberos de la época. Pero tras hacernos el inventario de las maravillas lúdicas y comerciales además de las muchas y verdaderas virtudes cívicas de los británicos, hace una crítica de "Londres" de Julio Camba, ya glosado en este Baluarte, en el que le quita la razón al periodista gallego haciendo una defensa de las muchas y superiores virtudes de los españoles frente a las supuestas, y siempre exageradas a los ojos hispanos, virtudes de los británicos en lo referente a honradez, limpieza, puntualidad, laboriosidad y otras muchas en que les superamos; cosa con la que estoy plenamente de acuerdo, como no podía ser de otra forma. Y eso que Joaquín Merino fue turista, rico o pobre, pero no convivió meses y meses como este que suscribe y que da fe de eso y de más...
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Ya advierte el autor que muchos de los locales ya han cerrado o cambiado de dueño y calidad, por lo que su valor como guía turística es ahora, pasados 26 años o 40 si leemos la primera edición) muy relativa. Pero tiene el valor de leer como veía un español "viajado" como era Joaquín Merino el deslumbrante Londres de los últimos 60, el Londres de tiempos de los Beatles, y no sólo en sus minucias hoteleras o culinarias, de copas y vida crapulosa, sino también de todo aquello que rodea a Londres y a sus habitantes y que la hace entonces y ahora una pequeña capital del mundo.
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Se percibe un cierto tufillo "lúbrico" del acostumbrado en los años 70 y 80 cuando narra las "posibilidades" de un Londres crapuloso y llamativo para los celtíberos de la época. Pero tras hacernos el inventario de las maravillas lúdicas y comerciales además de las muchas y verdaderas virtudes cívicas de los británicos, hace una crítica de "Londres" de Julio Camba, ya glosado en este Baluarte, en el que le quita la razón al periodista gallego haciendo una defensa de las muchas y superiores virtudes de los españoles frente a las supuestas, y siempre exageradas a los ojos hispanos, virtudes de los británicos en lo referente a honradez, limpieza, puntualidad, laboriosidad y otras muchas en que les superamos; cosa con la que estoy plenamente de acuerdo, como no podía ser de otra forma. Y eso que Joaquín Merino fue turista, rico o pobre, pero no convivió meses y meses como este que suscribe y que da fe de eso y de más...
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