Me bajan el sueldo...

Si, hoy, por primera vez en la historia reciente de España a los funcionarios nos bajan el sueldo. Será aparentemente un 5%. Seguramente debe ser así y no puede hacerse otra cosa ahora. Doy por bien perdido ese dinero si ayuda a mi Patria a renacer y a volver a ser una nación en la que confíen los inversores, en la que los jovenes encuentren trabajo, en la que los mayores lo retengan y en el que las familias sigan pudiendo seguir siendo el motor de la sociedad. Es un sacrificio que asumo como una necesidad y lo hago no con gusto, pero sí con responsabilidad y espero que los otros funcionarios tambien lo entiendan así.
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Me imagino que aquellos grupos de la izquierda más cavernícola y decimonónica y aquellos de la derecha más abyecta y manipuladora van a hacer frente a esta medida. No sería justo hacerlo ahora ni es la solución. El Gobierno se equivocó gravemente y ha llevado a España a una situación peligrosa. El actual ejecutivo es responsable por haber aplicado políticas basadas en conceptos ideológicos trasnochados que tenían efectos al muy corto plazo, como el Plan E. Tan corto fue el plazo, que no han llegado sus efectos, como era su intención, hasta las próximas elecciones. Este Gobierno debe pagar sus errores. Los errores que arrastraremos los españoles las próximas décadas. Ahora aciertan, tarde, muy tarde, pero no es momento de protestas ni de reclamaciones. Esas hay que hacerlas delante de la urna dentro de dos años.

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Vivimos en un país en el que los sindicatos han sido parte del problema laboral, han sido generadores de paro y no han protegido a los trabajadores españoles sino tan sólo a sus afiliados que son el 15% de la masa laboral. ¿Puede la UGT o CCOO exigir al Gobierno una política concreta cuando sólo representan a una minoría? Ahora, tras la payasada del 1º de mayo pasado, ¿vendrán las quejas y las huelgas?... No creo. Tienen mucho que perder y no están los trabajadores españoles dispuestos a arriesgar sus empleos y seguir las consignas equivocadas de quienes han facilitado la situación actual.

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Pero lo que consideraré inaceptable es que se mantengan gastos superfluos y que nada aportan al desarrollo social o económico de España o de los españoles como la subvención de organizaciones reivindicativas sin más objetivo que recrearse en el odio, como todas las relativas a la Memoria histórica, la subvención al cine malo y que ni siquiera se estrena, como ocurre muy a menudo en España o como por ejemplo los servicios de traducción del Senado, que serán pagados con los impuestos de un señor de Cuenca para que un señor que se apellida Pérez y que habla un pésimo eusquera se entienda con un señor que se apellida Muñoz que habla catalán desde hace sólo cinco años.

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Acepto el sacrificio, pero, por favor, no juegen con el pan de mis hijos.