Perdona si mis problemas te saturan la cabeza
te regalo mis problemas y comparto mi dolor.
La melancolía, si bien lo hace pocas veces,
aparece como siempre y, lo digo con certeza,
sangrará por una herida que me quema sin calor.
Para entonces el recuerdo removerá mis heces
y llegarán a mi puerto, cerrado ya por las nieblas
del tiempo, densas y ciegas que impedirán atracar
al barco de la memoria con su carga de recuerdos
que me duelen, que me matan y me niego a contemplar.
Mas no hay ahora olvido que pueda el mal ahuyentar
ni que retrase la muerte de aquellos mis pensamientos
que se quedaron atrás, donde la rosa los vientos
ya no espera la llegada de ese viejo galeón
hundido y roto hace siglos que ahora yace inútil,
esperando navegar rodeado de sirenas
cantando en otro mar henchido de nuevos vientos
que impulsen sus velas de nuevo hacia el más allá.
Vana espera, marinero, que oteando en esta mar
procuras ruta propicia pues tu nunca llegarás
a buen puerto, a buen abrigo, porque la nave que fuiste
ya no volverá jamás de los mares del olvido.
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