martes, 2 de febrero de 2010

El almacén de la vergüenza

Hace apenas unos días fue retirada la estatua que en 1970 se había erigido en memoria del General Milán Astray en la cuidad de La Coruña. La aplicación de la Ley de la Memoria Histórica hace que se produzcan estas cosas.
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El General Millán Astray ha sido uno de las figuras más legendarias de los Ejércitos de España. Luchó en Filipinas como Teniente donde ganó una Cruz Maria Cristina por su valor en el combate a los 17 años, edad a la que nuestros jóvenes, ahora, apenas saben salir de delante de las pantallas narcóticas y desconocen, por falta de práctica, los significados de las palabras Sacrificio o Esfuerzo, dos de los pilares sobre los que erigió el mito de un hombre que pasando el tiempo llegaría a fundar en 1920 ya de Teniente Coronel la unidad más combativa y, desde entonces, laureada de las Fuerzas Armadas españolas, La Legión, a cuyo mando tendría terribles mutilaciones que le privaron de un brazo y de un ojo.
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En la fundación de la Legión contó con la colaboración de un joven Comandante, dotado de una especial capacidad organizativa. Se llamaba Francisco Franco. Pasados los años, en el verano de 1936 sus vidas se habían alejado ya que Millán Astray era ajeno a la vida militar activa y se encontraba en Buenos Aires, pero tenía como tantos otros la intención de
sumarse al Alzamiento que contra el Frente Popular se produjo en España. La musma intención que tuvieron Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona y padre de S. M. el Rey o el difunto (y adorado por la progresía), General Gutierrez Mellado. Dos conceptos de España chocaron y no fue posible la Paz. Nadie salió indenme de esa terrible lucha fraticida.

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La ley de la Memoria histórica pretende cerrar heridas, dice, solventando situaciones difíciles o injustas de personas que hayan sufrido por causa de la guerra y de sus consecuencias. El que se haga justicia será siempre un motivo de alegría. Siempre, sin duda, pero nos tememos que el objetivo de esta Ley no es, precisamente, la justicia.
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La retirada de la estatua del General Millán Astray para su almacenamiento y alejamiento de la pública observación es un motivo de tristeza por varios motivos. Primero porque se constata que el odio y la ignorancia se han aliado contra la verdad. Segundo porque las figuras ejemplares que, en tiempos de zozobra cuando el esfuerzo y el sacrificio son más necesarios, deberían ser mostradas públicamente, su retirada parece la medida menos acertada. Y tercero y último porque con la estatua, una parte de mi ser ha sido llevada a un oscuro almacén de la vergüenza. Pero aunque se haya perpetrado semejante desafuero, la obra permanece y la figura mutilada, heróica y eterna seguirá viva en todos aquellos que hemos vestido la camisa verde y que aunque oculta, ahora, su figura es más grande que nunca, por estar, precisamente en el almacén de la vergüenza.

2 comentarios:

LFU dijo...

Muy bien. A lo mejor dentro de unos años hacen una exposición itinerante de estatuas arrinconadas, que al paso que vamos, serán legión.

UN abrazo

Maderal dijo...

Esta acción pone al descubierto una vez más lo que este gobierno de traidores pretende, retirar todo rastro de recuerdo al valor, al heroicismo, al sacrifico hasta la muerte y al patriotismo.

Un saludo.