Una vez más la pequeña pero selecta editorial Los papeles del sitio, nos regala un libro diferente. No es una novela ni un ensayo, tampoco una biografía, Begoña García González-Gordon ha escrito un relato sencillo, costumbirsta y amable que cuenta la historia de una familia muy peculiar y de la casa en que transcurrió su vida. Las niñas de "El Altillo", cuenta una historia real de una adinerada familia jerezana unida a la industria del vino cuyos padres pretendieron crear un hogar ideal y feliz..
La vida social, los viajes a Inglaterra, el dominio de los idiomas inglés y francés, la elegancia, la educación exquisita y una formación completa tanto en lo cultural como en el verdadero sentido cristiano de la vida fueron las actividades a que este matrimonio jerezano dedicó el esfuerzo de "sacar adelante" a sus hijas. Nada más y nada menos que siete hijas.
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La historia que nos cuenta con ingenio y gracia su autora cominenza con los pomenores de la casa y los orígenes de la familia, continúa con anécdotas pintorescas de una familia de la alta sociedad jerezana de principios del siglo XX que va poco a poco convirtiéndose en un drama. Es el drama de un fracaso, de una educación esmerada e ineficaz, que termina con una hermanas, hermosas, cultas, refinadas y educadas que terminaron amargadas y aguardando la muerte en la soledad de una finca que pasó de ser su paraiso a ser su voluntaria prisión.
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La autora en el epílogo hace una reflexión sobre la naturaleza del fracaso del proyecto que los padres de la familia tenían para sus hijas. Yo me atrevo a conjeturar que el origen del fracaso fue el ejemplo de una madre excéntrica y seguramente abúlica cuyo modelo fue tomado como válido por sus hijas haciendo que sus sueños se conviertieran en pesadilla. Sirve así este libro no sólo para conocer los entresijos de la alta sociedad andaluza de hace cien años sino, y sobre todo, como una reflexión sobre la educación y el verdadero sentido del amor y la libertad en las familias.
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