Confieso que no sé cómo he podido estar tan tranquilo, intelectualmente hablando, sin haber prestado más atención a la obra de Josep Pla, de quien publicamos ya en este baluarte una memorable entrevista.
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Mi primera aproximación al genio de Palafrugell, a parte de algunos artículos periodísticos dispersos ha sido la lectura reciente de su "Viaje en autobús", editado por Destino, la editorial que publicaba a Pla y con la que sintió identificado como lo hizo con la revista del mismo titulo que fue el paradigma de las letras catalanas allá por los lejanos 1940s.
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Viaje en autobús tiene a mi modo de ver una gran virtud: que no pasa absolutamente nada, y es aquí donde radica la genialidad de Pla que mantiene la atención y el gusto por la lectura a pesar de la cotidianidad de lo narrado. Pero es, como él decía, el dominio de los adjetivos, lo que hace rica a la literatura. Pla domina el uso de un idioma que no era el suyo y al final se pregunta uno cómo es posible que se puede narrar tan bien, con tanta ironía, elegancia y humor el día a día, los hombres que viajan y los niños que juegan, las mujeres que charlan y el autobús que, renqueando, llega a su destino atravesando los hermosos paisajes de Cataluña.
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No dejen de leerlo si quieren recrearse en la que es, posiblemente, la literatura hispana más limpia y vigorosa del siglo XX y pasar unos momentos realmente agradables mientras escrutan la vida, también la suya, que pasa lenta a bordo de un autobús y se aprende, por ejemplo, que la prisa es una excusa para perder el tiempo...
1 comentario:
y además, implícitamente, nos enseña a amar lo que debemos defender. Un abrazo
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