Es una gran noticia que se supo ayer y por la que debemos alegrarnos todos por muy diversos motivos. Una de las más colosales obras de ingeniería del siglo XXI, la ampliación del Canal de Panamá mediante la construcción del Tercer Juego de esclusas ha sido adjudicado a un consorcio de empresas lideradas por la española Sacyr-Vallehermoso. La decisión no es firme todavía pero el principal escollo del concurso ha sido superado.
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Este proyecto de más de 5000 millones de dólares (US$) tiene previsto finalizar en 2014 y permitirá multiplicar el paso de buques por el casi centenario Canal de Panamá cuyo cruce suponía a veces una espera de hasta 10 días y que estaba limitado a buques de calado inferior a 12 metros, lo que impedía su uso por los grandes buques portacontenedores que suponen hoy en día más de 50% del tráfico marítimo mundial.
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En el concurso de ampliación participaban otros consorcios como el liderado por la también española ACS junto a otros grupos empresariales. A parte de lo importante para el prestigio y beneficios de la industria española, el gran beneficiado va a ser el pueblo hermano panameño que va a ver muy incrementados sus ingresos por esta obra, que lleva asociados proyectos turisticos, una creación directa de empleo de más de 35.000 puestos así como la potenciación de empresas subsidiarias.
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Pero esta obra de ampliación lleva unida una historia poco conocida. Se trata de una pugna económica y geopolítica que de una manera continuada y sorda llevan librando por un lado las dos potencias que lideran las inversiones (e influencias) en Iberoamérica, España y Estados Unidos, y por otro Venezuela con el apoyo soterrado de Rusia y, en menor medida, Irán, que por diferentes motivos pretenden influir en la zona, y con su cada vez más amplia constelación de satélites "bolivarianos", como el reciente esperpento del ex-Presidente Zelaya y su intento de perpetuarse en el poder en Honduras, que no parece, en absoluto, ajeno a este proyecto de control del Canal, así como el posible próximo incremento de tensión entre Nicaragua y Colombia por la soberanía del archipiélago de San Andrés y Providencia, a pesar del fallo internacional de la Haya en 2007, que se sitúan a unas decenas de millas de la entrada atlántica del Canal, o entre Nicaragua y Honduras que mantienen varios litigios fronterzos y de soberanía sobre los cayos Bobel, South, Savanna y Port Royal, también en el mar Caribe.
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La pugna por que empresas afines al clan de Chavez se hicieran con el control del canal de Panamá, con lo que ello supondría para el comercio mundial, se libró en las cancillerías y en las cloacas. La labor callada y eficaz de nuestros diplomáticos y la pujanza de nuestra industria y el apoyo discreto de los EEUU, que no podían presentarse a este proyecto, por conocer el rechazo que tendrían por parte de los panameños, han hecho que España vaya a liderar un proyecto que va a configurara las ruras de comercio mundial. Enhorabuena Sacyr-Vallehermoso, enhorabuena España y enhorabuena Panamá.
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