Sobre pitadas, himnos y poetas

Con motivo de la peculiar forma que tuvieron miles de seguidores del Athletic de Bilbao y del FC Barcelona de recibir a SM los Reyes durante la interpretación del Himno nacional se han escrito los más encendidos y condenatorios artículos. Es lógico dado el mal síntoma que esto parece para la necesaria Unidad de sentimientos y pareceres ante lo que, teóricamente nos une.

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Parece que se han disparado todas las alarmas y que muchos creen que "esto" se hunde. Tras varios días de sosegada reflexión quiero compartir con Vds. mis reflexiones a modo de flashes sobre este asunto.

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- Cierto es que el actual sistema educativo imperante en Cataluña y Vasconia, promueve esta rotura de vínculos con la Patria común. Entiendan que a nadie se le puede obligar a que sienta como suyo lo que no ha aprendido a amar desde la cuna, o que ha aprendido, incluso a odiar. Ellos no han hecho más que ejecutar un acto reflejo aprendido en la tribu, escuela, prensa partidaria… En el fondo el problema no son los "pitadores".

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- La pitada en sí es un acto rebelde, inconformista, gregario, es en definitiva, no lo duden, un rasgo genuino de españolidad.

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- Los protagonistas de la pitada eran en su gran mayoría jóvenes seguidores de ambos equipos, de dos ciudades castigadas por la crisis, posiblemente radicalizados en la masa y que dieron la pitada, en parte, porque "lo exigía el guión".

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- Esas mismas masas aborregadas y alborotadoras seguirían, en otras circunstancias las consignas de un líder que les ordenara … cualquier cosa, siempre que ellos se sintieran protagonistas y diferentes. Prim y sus voluntarios catalanes en los Castillejos o Elcano y su tripulación son ejemplos de ello, antiguos sí, pero ¿ha cambiado algo, desde entonces?

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- Decía mi padre que los españoles iban siempre tras los curas, unas veces con velas y otras con garrotes. Con los Reyes y las banderas, pasa lo mismo. Como ven, nada nuevo bajo el sol.

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- Estos mismos jóvenes, los mismos, no lo duden, ondeaban ebrios de gozo hace poco más de un año banderas rojigualdas cuando SU selección ganaba la Eurocopa.

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- El problema es que falta una idea que sea capaz de hacer soñar a los jóvenes españoles, sean de San Sebastián, Pontevedra, Gerona o Melilla. Que nos haga soñar en algo que nos una de verdad, en algo que de verdad haga hervir la sangre de todos, enarbolando la rojigualda o la más antigua senyera del viejo Reino de Aragón, la más venerable de las banderas de España, sea en catalán, euskera o bable, ¡qué más da!. Si el fútbol, un deporte cada vez más canallesco y menos viril, hace desatar pasiones, que no harán otros acicates que toquen esa adormecida fibra milenaria de la Hispania romana, del Reino de Toledo, de la gesta castellana en América y de la aragonesa en el Mediterráneo, de Lepanto… ¿el fútbol…?

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- Cada vez es más necesaria, frente a la autodestrucción, la poesía que promete. Recuerden que, como decía un poeta maldito de España, "a los pueblos no los mueven más que los poetas", nunca los futbolistas...