lunes, 18 de enero de 2016

Un espía entre amigos de Ben Macintyre

Ben Macintyre es un experimentado periodista de The Times, además de notable escritor que ha publicado varios títulos, casi todos relacionados con espionaje y la historia de los servicios de inteligencia durante la II Guerra Mundial. Este que hoy se glosa fue publicado en el Reino Unido en 2014 y en España, un año más tarde, editado por la Editorial Crítica.
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Un espía entre amigos lleva por subtítulo "La gran traición de Kim Philby", y es la vida de este personaje la que aparece retratada en este extraordinario libro, con más detalle que nunca, gracias al acceso a información británica y, sobre todo, rusa, recientemente desclasificada. Kim Philby había publicado sus memorias, que aparecieron ya en este baluarte, lo que contribuyó a aumentar, más si cabe, el mito.
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Kim Philby fue, quizás, el más memorable agente doble en la historia. Convertido a la fe comunista cuando era un joven estudiante en el Cambridge de 1930, consiguió trabajar para la Unión Soviética, bajo la cobertura de un respetado oficial de la inteligencia británica desde puestos directivos en el MI6, el Secret Intelligence Service. Philby fue un producto de los más selectos colegios ingleses, que ofrecían hombres cultos, encantadores, de maneras exquisitas, alcoholismo incipiente y moral zigzagueante, lo que le permitió vivir con una doble personalidad y una permanente contradicción durante más de tres décadas.
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La lectura de este libro no se ciñe a la narración trepidante y genial de unos hechos singulares, que casi parecen imposibles, sino que ejerce una disección psicológica sobre la "cultura de clase" británica que impedía la duda sibre un caballero. Además trata en detalle la relación entre tres hombres con grandes responsabilidades en la inteligencia occidental durante la Guerra Fría; son Philby y Nick Elliott, del MI6 británico y Jim Angleton de la CIA, a quienes unió una aparente amistad barrenada por el engaño trágico de una mente brillante que murió, en absoluta soledad, en Moscú en 1988, a tiempo para no ver la caída del sistema por el que apostó su vida entera.

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