Memoria histórica. Vicente Rodríguez Fernández y Amado Cubeñas Diego-Madrazo

OMPRESS-MADRID

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Vicente Rodríguez Fernández, dominico, nació en Bárcena, Navelgas (Asturias) el 22 de octubre de 1897. Ingresó en la escuela apostólica de Corias (Asturias) y profesó el 12 de octubre de 1915. Se esmeraba en prepararse para la predicación y tenía instinto poético. Estudió teología en Salamanca. Fue ordenado sacerdote el 1 de abril de 1922 y partió muy pronto para México, donde estuvo destinado en Chihuahua y después en Tampico. Aquí le sorprendió la persecución religiosa de Plutarco Elías Calles y fue expulsado del país. Pasó a los Estados Unidos y ejerció el apostolado en el pueblo de Cuero, en Texas. Vivió con pobreza y resignadamente. Al volver a España lo asignaron a San Pablo de Valladolid.

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Estaba destinado en la comunidad del Oliver de Madrid cuando fue asaltado el convento el 20 de julio de 1936 y encontró amparo en casa de uno de sus hermanos. Sufría intensamente porque preveía que iba a morir, y hasta recibía algún anónimo diciéndole que irían por él cuando menos lo pensara. Lo detuvieron el 12 de octubre y corrió la misma suerte que el padre Juan Mendibelzúa, en la prisión y en el martirio, que tuvo lugar el 7 de noviembre de 1936 en Paracuellos de Jarama (Madrid) cuando contaba 39 años de edad.

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Amado Cubeñas Diego-Madrazo, dominico, nació el 12 de septiembre de 1880 en Egea de los Caballeros (Zaragoza). Su padre, abogado de profesión, tuvo dos hijos dominicos. Estudió en Logroño hasta ingresar en el noviciado de Ocaña, donde profesó el 23 de octubre de 1898. Recibió la ordenación sacerdotal en Ávila el 15 de julio de 1906. Estuvo destinado a Hong-Kong, en la casa procuración de la provincia (1907.1913). Por razón de enfermedad volvió a España y, tras una convalecencia, fue a La Mejorada (Valladolid), cumpliendo allí durante quince años, de 1914 a 1929, los oficios de ecónomo del colegio, profesor y organista. Sus discípulos recordaban el trato amable y prudente y sus excelentes dotes pedagógicas. En 1929 fue destinado a la casa de la Pasión, en Madrid, como superior de la misma y procurador de la Vicaría de España, desempeñando estos cargos hasta 1936.

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Se hallaba en el convento del Rosario de Madrid cuando fue asaltado. Encontró hospitalidad en una casa amiga, y desde allí ayudó económicamente a varios frailes que vivían en la clandestinidad. Alertado por los registros, buscó nuevos refugios. Detenido el 16 de septiembre de 1936 en la pensión San Jerónimo, se entregó como religioso y resignado a la voluntad divina. Fue encarcelado en la cárcel Modelo; vivió la prisión en compañía de otros religiosos dominicos: Alfredo Banjul, Isabelino Carmona, José Gafo. Rezaban el rosario también mezclados con otros reclusos en los patios, ocultamente como quien conversaba. El 16 de noviembre lo trasladaron a la cárcel de San Antón. Fue ejecutado en la saca masiva del 30 de noviembre en Paracuellos de Jarama (Madrid). Tenía 56 años.