viernes, 7 de agosto de 2015

Carta a un joven oficial

Hoy has sabido que tu vida cambiará para siempre. Quizás no seas plenamente consciente de que pasarás a formar parte de una selecta minoría, de una juventud sacrificada, responsable y cortada por patrones muy diferentes a los imperantes. Verás que nada será igual a partir de ahora, para bien y para mal.
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Este no es el final de un proceso, como todos en las mismas circunstancias anteriormente hemos pensado. Será, por el contrario el comienzo de un camino difícil, tortuoso, ingrato, lleno de sacrificios y riesgos reales, de horas, días y semanas, que pasarán lentos sin estar con los tuyos. Es un camino en el que tu voluntad y tu esfuerzo se verán recompensados exclusivamente por la íntima satisfacción del deber cumplido y no has de esperar nada más, ya que eso, a lo que llamamos honor, siempre será suficiente.
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Será un camino en el que tu ímpetu juvenil tus ideas innovadoras se verán canalizadas en un esfuerzo colectivo que las harán, en el mejor caso, irreconocibles, pero has de saber que siempre habrá merecido la pena porque tú sólo serás una pequeña pieza en la defensa de España. Un pieza que jamás puede fallar.
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Será un camino lleno de dificultades en el que ciertas normas cercenarán tus ilusiones, disposiciones de la Superioridad serán incomprensibles y tus legítimos anhelos se difuminarán en meros sueños. Todo ello estará bien hecho y será, aunque no lo entiendas, para el bien de la Institución y el de España a la que pronto jurarás servir.
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Así ha sido siempre y así seguirá para que esa vieja pero precisa máquina que es el Ejército siga funcionando. Y así ha de ser para que tú, cuando dentro de muy poco tiempo lleves tras de ti los corazones jóvenes y generosos de los soldados que la Patria y cien madres te han dado en custodia, tengas, en las ocasiones de riesgo, la cabeza fría y el corazón caliente; para que la mirada de soslayo de tus hombres encuentren la del Jefe leal y sabio que necesitan y que les llevará a la victoria o a la muerte. Y a ningún otro lugar.
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Cuando en la nocturna soledad de la estepa castellana, aterido de frío, con los pies llenos de ampollas, una pesada mochila sobre tus hombros, sin un duro en el bolsillo y con el fusil en la mano, hagas un alto en el camino te sentirás, como decía Cela, el amo del mundo y esa sensación sólo la podrá experimentar quien es capaz de guiar por el mejor camino las vidas de sus hombres para los que serás líder, jefe y padre, creando con ellos un vínculo sagrado, un pacto de caballeros, incomprensible para quien no viste el uniforme del Ejército español.
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Pero ahora quedan por delante unos años, que pasarán rápido, de estudio y formación, para asentar los cimientos que permitan construir tu carrera y para que todo lo que te contaba antes pueda ser realidad. Como dijo un poeta maldito, "Estudiar ya es servir a España" y ese es el ánimo que ahora necesitas.
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Recuerda siempre que tu bisabuelo, tus dos abuelos, que te miran felices desde el Cielo, tíos, primos y tu padre, te entregamos una espada limpia. No la empuñes sin razón ni la envaines sin honor para que la puedas entregar con la cabeza bien alta y la mirada limpia a tus hijos, si fuera su voluntad, el día de mañana.
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Para cualquier cosa que necesites, siempre tendrás cerca a tu padre que se siente, como siempre, muy orgulloso de ti.

1 comentario:

LFU dijo...

La íntima satisfacción del deber cumplido se exterioriza en estas bellísimas palabras, querido amigo. Cuanta felicidad debes sentir y qué gran espejo tiene tu hijo en el que poder mirarse. Enhorabuena caballero. Y ya puede tu hijo decir aquello que decía D. Quijote: podrán los encantadores quitarme la fortuna pero el esfuerzo y el ánimo jamás. Un gran abrazo y enhorabuena a toda la familia.