Miguel Mihura, como autor teatral de obras hilarantes es no sólo bien conocido por mi, sino, además es uno de mis autores favoritos y del que guardo un magnífico recuerdo de cuando, de niño (y no tan niño) me tronchaba de risa con sus obras que ponían en ese impagable programa de TVE, Estudio 1.
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Por eso, al conocer la existencia de sus memorias, tituladas, así, Mis memorias, no pude evitar comprarlas y leerla en un par de días entre carcajadas y buenos recuerdos. El teatro del absurdo, el humor inteligente y limpio que se percibe en su obra y en estas memorias son impagables en unos tiempos zafios en los que no se valoran estas cosas.
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Por eso me parece un magnífico ejercicio de humildad y buen gusto, el leer este libro editado por Temas de hoy en 2003. En el capítulo dedicado a la Codorniz, en el tono absurdo y genial, pero conteniendo grandes verdades de fondo incluye este comentario sobre el Humor:
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"El humor es un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en el sombrero, un modo de pasar el tiempo. El humor verdadero no se propone enseñar o corregir, porque no es esta su misión. Lo único que pretende el humor es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y nos demos una vuelta a nuestro alrededor contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante, como ante los tres espejos de una sastrería y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no nos conocíamos. El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta de por donde cojean las cosas, comprender que todo tiene un revés, que todas las coas pueden ser de otra manera, sin querer por ello que dejen de ser tal como son, porque esto es pecado y pedantería. El humorismo es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para para las tardes. Es como un sueño inverosímil que al final se ve realizado".
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"El humor es un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en el sombrero, un modo de pasar el tiempo. El humor verdadero no se propone enseñar o corregir, porque no es esta su misión. Lo único que pretende el humor es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y nos demos una vuelta a nuestro alrededor contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante, como ante los tres espejos de una sastrería y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no nos conocíamos. El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta de por donde cojean las cosas, comprender que todo tiene un revés, que todas las coas pueden ser de otra manera, sin querer por ello que dejen de ser tal como son, porque esto es pecado y pedantería. El humorismo es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para para las tardes. Es como un sueño inverosímil que al final se ve realizado".
1 comentario:
Todo lo contrario del humor negro de los manifiestos surrealistas.
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