jueves, 17 de enero de 2008

Jugando a ser Dios o la Decadencia de Occidente

Hoy, al parecer, se ha clonado el primer embrión a partir de una célula adulta humana.
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Stemagen, una empresa californiana, ha logrado crear el primer embrión humano clonado a partir de células de la piel humana. Hasta ahora, sólo un experimento similar se había intentado en el Reino Unido con células madre procedentes de embriones, aunque no se pudo demostrar que las células resultantes fuesen idénticas a sus originarias.
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Este caso, aparentemente científico, será presentado como un gran avance de la modernidad, nos presentarán el caso de aquellos pobres niños cuya única slavación es la clonación de sus propias células o las de un hermano, el hermano medicamento. Aparecerán de golpe cientos de artículos de opinión en los que los maestros en la nada y los doctores en insignificancias nos intentarán adoctrinar sobre las bondades del avance, del salto cualitativo que se ha dado en el "saber", en la "ciencia". Algunos creen que cualquier cosa que se haga entre tubos de ensayo es ciencia... No, no siempre.
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Querido lector, no te dejes engañar. Este es un tremendo paso atrás en los avances del hombre por la conquista de su dignidad.
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Los que juegan a ser Dios, al final, se encontrarán con la medida de sus límites morales y ello les pasará factura, cuando una serie de aberraciones, auténticos ataques contra la dignidad humana haga que la Humanidad siga bajando peldaños por la escalera que baja hacia la decadencia y la autodestrucción.
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El hecho está ahí. Es novedoso y terrible, pero en el fondo no hay nada nuevo, como ya dijera Oswald Spengler en La Decadencia de Occidente allá por 1918: "Anteriormente no se nos permitía pensar libremente; ahora está permitido, pero nadie es ya capaz de ello. Hoy en día la gente quiere pensar sólo lo que se supone que deben pensar, y a esto lo consideran libertad". La decadencia, en fin, no se produce en los laboratorios a orillas del Pacífico, no. Se produce en el fondo de nuestras almas mezquinas incapaces de reaccionar. Llegará un día en que lo lamentemos.

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