Jean-Claude Milner es un filósofo y político francés que jugó un importante papel en la revolución de Mayo de 1968 en París como miembro e ideólogo de Izquierda Proletaria, un grupo maoísta minoritario pero muy activo, sobre todo en ámbitos universitarios.
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Este libro que hoy se trae a este baluarte, La arrogancia del presente, editado por la argentina Manantial, es una revisión intelectual e ideológica de sus actividades y de su pensamiento entre 1965 y 1975. Supone una gratificante lectura, algo dura en algunos pasajes, que evalúa el papel de todos los actores políticos en la Francia de los años pero sobre todo el suyo y el del grupo que lideraba.
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Hay una interesante crítica a un artículo de Jean-Paul Sartre cuando afirmaba "nuestro cuerpo nos pertenece" reivindicando el libre uso del sexo, la homosexualidad y aborto libre y gratuito, propuestas que, como bien sabemos todavía hoy tienen su eco aquí cerca. O la crítica sobre cómo fue imposible la unión real de obreros y estudiantes en una única revolución dado el marcado clasismo de los últimos a pesar de sus poses izquierdistas y cómo, por ello, se Mayo y una determinada izquierda dio la espalda al proletariado de forma definitiva. Como consecuencia de este imposible entendimiento, el proletariado se vio exiliado del saber y de la posibilidad de acceder al conocimiento que le abriera las puertas a un ascenso en la escala social.
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Termina este libro con la crítica a todos y cada uno de los posteriores presidentes franceses que siguieron lo irrelevante del Mayo francés pero no lo importante que permitiría, tras "el gran susto del 68", cambiar en un sentido positivo la sociedad francesa. Como muestra cita el eslogan electoral con que Mitterrand llegó al poder en 1981 "Cambiar la vida" que realmente no cambió nada ya que no modificó las estructuras de poder que siguió, y sigue aún, en manos de los que lo detentaron de forma permanente ya antes de 1968.
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Este libro que hoy se trae a este baluarte, La arrogancia del presente, editado por la argentina Manantial, es una revisión intelectual e ideológica de sus actividades y de su pensamiento entre 1965 y 1975. Supone una gratificante lectura, algo dura en algunos pasajes, que evalúa el papel de todos los actores políticos en la Francia de los años pero sobre todo el suyo y el del grupo que lideraba.
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Hay una interesante crítica a un artículo de Jean-Paul Sartre cuando afirmaba "nuestro cuerpo nos pertenece" reivindicando el libre uso del sexo, la homosexualidad y aborto libre y gratuito, propuestas que, como bien sabemos todavía hoy tienen su eco aquí cerca. O la crítica sobre cómo fue imposible la unión real de obreros y estudiantes en una única revolución dado el marcado clasismo de los últimos a pesar de sus poses izquierdistas y cómo, por ello, se Mayo y una determinada izquierda dio la espalda al proletariado de forma definitiva. Como consecuencia de este imposible entendimiento, el proletariado se vio exiliado del saber y de la posibilidad de acceder al conocimiento que le abriera las puertas a un ascenso en la escala social.
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Termina este libro con la crítica a todos y cada uno de los posteriores presidentes franceses que siguieron lo irrelevante del Mayo francés pero no lo importante que permitiría, tras "el gran susto del 68", cambiar en un sentido positivo la sociedad francesa. Como muestra cita el eslogan electoral con que Mitterrand llegó al poder en 1981 "Cambiar la vida" que realmente no cambió nada ya que no modificó las estructuras de poder que siguió, y sigue aún, en manos de los que lo detentaron de forma permanente ya antes de 1968.
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