Antes de la reciente visita que rendí a Bilbao, pedí ayuda a un buen amigo, perito en las lides de los pucheros y experto degustador de platos de calidad, sencillos o historiados, regados con vinos que ayuden al paladar a captar y matizar los sabores. La ayuda prestada no pudo ser mejor recibida ni de mayor utilidad.
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Los largos paseos a orillas del Nervión precisaban de un necesario aporte de energías que los Pinchos de las siete calles proporcionaron con creces.
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Los largos paseos a orillas del Nervión precisaban de un necesario aporte de energías que los Pinchos de las siete calles proporcionaron con creces.
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Para colaciones más asentadas y menos presurosas eran necesarias mesa y mantel y el complemento de un camarero que, vistiendo camisa nívea, y con esmero y conocimiento cooperara en la satisfacción de nuestras necesidades. Así fue en el Café Iruña, que sirve comidas y refrigerios frente a los Jardines de Albia desde 1903.
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Allí, dí buena cuenta de una magnífica merluza en salsa verde y de una trata de arroz regado todo ello con un fresco y afrutado chacolí de Vizcaya. Como obsequio me dieron esta lámina que ven en la imágen y que es la letra de la canción "El buen menú" que fue escrita por el pianista del Café e interpretada por primera vez en 1927 en este Café. La versión sonora, impagable, interpretada por el mítico cuarteto donostiarra Golden Apple Quartet la pueden oír ahí abajo.
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Allí, dí buena cuenta de una magnífica merluza en salsa verde y de una trata de arroz regado todo ello con un fresco y afrutado chacolí de Vizcaya. Como obsequio me dieron esta lámina que ven en la imágen y que es la letra de la canción "El buen menú" que fue escrita por el pianista del Café e interpretada por primera vez en 1927 en este Café. La versión sonora, impagable, interpretada por el mítico cuarteto donostiarra Golden Apple Quartet la pueden oír ahí abajo.
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