Hoy la naturaleza ha querido manifestar físicamente con su habitual majestuosidad el cambio que hoy, como cada año, se hace palpable en los corazones de los hombres. Cristo ha resucitado y nos ha liberado, para siempre, de la muerte. Madrid ha aparecido bajo la luz de un sol resplandeciente con el que Jesucristo resucitado nos ha querido decir que empezamos una nueva vida. La luz que hoy nos ilumina es premonición de una vida sin temores y liberada para siempre de la muerte, la vida feliz y afortunada de los cristianos. .
Hoy, esta noche, nos decía nuestro párroco es día de recordar a Francisco Gajownieczek, aquel por quien San Maximiliano Kolbe, dió su vida una tarde del verano de 1941 en Auschwitz, haciendo vivo el testimonio de Cristo, venciendo paradójicamente a la muerte con el sacrificio supremo de la vida. .
El resucitado está entre nosotros y vive entre nosotros. Sólo hay que abrir bien los ojos y buscarlo entre quienes sufren, entre quienes lo buscan sin hallarlo y entre la inmensa multitud de sacerdotes, fieles y religiosos que con su sacrificio diario dan muestra palapable de su fe sin fisuras y que hacen callar las voces que pretenden mostrar como única realidad del cristianismo los escasos casos de pederastia que a todos nos conmueven y averguenzan estos días.
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No se dejen engañar por estos espejismos, reales pero engañosos. La vedadera Luz del mundo viene de Cristo resucitado y por eso, como siempre cada año tenemos que felicitarnos de ser testigos del milagro de la Fe y de la victoria sobre la muerte. A todos:
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Feliz Pascua de Resurrección en la paz del Señor
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