sábado, 29 de agosto de 2009

Trece entre mil de Iñaki Arteta

Tras una larga espera, desde su estreno en 2005 y ante la imposibilidad de haberla visto en salas comerciales, ayer, por fin, vi la película Trece entre mil del director Iñaki Arteta, junto con mi familia
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La película, que es en puridad un documental, se va rápido, sabe a poco, a pesar de ser "tan sólo" un grupo de entrevistas a diversos familiares de víctimas de ETA, y a las mismas víctimas en algún caso. No hay mensaje político ni ideología identificable en la cinta.
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La sensación con que se queda uno, a pesar de la escena final que es un canto de esperanza, es de una tremenda amargura, de una rabia contenida y también, por que no admitirlo, de vergüenza por lo que ha pasado en España durante años sin que nadie, ni Vd. ni yo, hiciéramos nada. Sin que los encorbatados burgueses de Neguri cambiaran su semblante lo más mínimo, sin que desde Madrid o Vitoria se hiciera nada por cambiar esta profunda injusticia, sin que nadie hiciera nada por cambiar la deriva totalitaria que cercenaba los derechos y aún la dignidad de las víctimas y de toda una sociedad aterrorizada, indolente y enferma.
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Gracias a Arteta, estas víctimas han tenido su voz y su lugar. Finalmente, gracias a las políticas de los Gobiernos Aznar, estas víctimas se han sobrepuesto a décadas de plomo, de cruel silencio, de verdadera limpieza étnica y han visto la luz al final de un túnel que ha sido demasiado largo.
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Muchos deberían ver esta película que da voz a los que sufren día a día, a los más desfavorecidos, a las víctimas de la que ha sido, hasta hace apenas unos meses, la peor dictadura totalitaria de Europa bajo un barniz democrático. Las cosas han cambiado gracias a Dios y a que los vascos dijeron ¡Basta Ya! en las últimas elecciones y a que la cordura se está imponiendo, con notable impulso desde Ajuria Enea, en las calles de Vasconia.
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Pero el olvido es una enfermedad que no debemos permitirnos bajo ningún concepto. Arteta ha hecho la vacuna perfecta.

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