He leido últimamente demasiados libros de autores ingleses, ambientados en Inglaterra y con situaciones y peculiaridades absolutamente British. Y tenía que pasar que al final me apeteciera regresar a inglaterra y quizás más en concreto a Londres. Por eso regresé a una librería que visité hace poco y entre cuyas oferrtas me llamó la atención este Historias de Londres de un, hasta ahora para mí desconocido Enric González que es un veterano, y divertido, periodista de El País que fue corresponsal en Roma, París, Washington, Nueva York y, claro está Londres donde vivió casi todos los años 1990. Ahora es corresponsal del mismo periódico en Jerusalén.
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La verdad es que el librito, de menos de 200 páginas y editado por RBA se lee en poco tiempo porque es ameno, ligero de leer y muy entretenido. Además cuenta con unos mapas aclaratorios y útiles. Es es te libro, como reconoce su autor, una declaración de amor a Londres, una ciudad en la que se disfruta y González nos hace disfrutar al compartir vivencias, experiencias e historias de la ciudad, de sus barrios, de sus habitantes y sus peculiares costumbres, de Jack el destripador y de todas las teorías que circulan para explicar los asesinatos más famosos a orillas del Támesis, de sus clubes de fútbol, del Soho y de Kensington, de St. James Street y sus elegantes clubes y de los snobs que los habitan y dan vida.
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He de confesarles que tras su lectura que pretendía ser antídoto de saudades londinenses ha incrementado aún más mis ganas de volver a esa isla, verde y maravillosa a pesar de su fauna humana.
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La verdad es que el librito, de menos de 200 páginas y editado por RBA se lee en poco tiempo porque es ameno, ligero de leer y muy entretenido. Además cuenta con unos mapas aclaratorios y útiles. Es es te libro, como reconoce su autor, una declaración de amor a Londres, una ciudad en la que se disfruta y González nos hace disfrutar al compartir vivencias, experiencias e historias de la ciudad, de sus barrios, de sus habitantes y sus peculiares costumbres, de Jack el destripador y de todas las teorías que circulan para explicar los asesinatos más famosos a orillas del Támesis, de sus clubes de fútbol, del Soho y de Kensington, de St. James Street y sus elegantes clubes y de los snobs que los habitan y dan vida.
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He de confesarles que tras su lectura que pretendía ser antídoto de saudades londinenses ha incrementado aún más mis ganas de volver a esa isla, verde y maravillosa a pesar de su fauna humana.
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