lunes, 7 de marzo de 2016

Los paisajes iluminados de José María Castroviejo

José Mª Castroviejo ya pasó por este baluarte con motivo de dos de sus siempre peculiares libros, en concreto, Memorias de una tierra y Las tribulaciones del cura de Noceda. Castroviejo fue un renacentista nacido, como yo, a destiempo. Su amor a la naturaleza, a la tierra y, más en concreto, a “su tierra”, que es también la mía, le llevó a centrarse en las cosas eternas y no en lo circunstancial o lo coyuntural, por eso, su obra se centra en la naturaleza humana y en la naturaleza lo que le llevó a ser siempre un heterodoxo. Como muestra cabe decir que políticamente se definía como “anarcocarlista”. Su inconformismo radical le llevó a refugiarse, junto a su numerosa familia, en Tirán, sobre la Ría de Vigo, y desde allí, condenado al ostracismo por unos y otros y proscrito por las editoriales a partir de los años 1970s, ir dejando que la destilación de su pluma fuera regalándonos, en dosis homeopáticas, joyas como ésta que hoy se glosa.
.
Supe de Los paisajes iluminados gracias a Álvaro Cunqueiro, quizás el mejor amigo de Castroviejo, que afirmaba que en las páginas de este libro se contenía la mejor prosa española del siglo XX. Difícil de encontrar, me hice con una edición de la editorial Destino de 1963. Sus 280 páginas nos dejan un poso de belleza, de amor a Galicia, a su tierra, sus gentes y sus tradiciones, sólo superado por el cariño que destila hacia sus amigos y hacia la naturaleza en sí. De hecho, pone en boca de un paisano del valle del Ulla la honda preocupación por el cambio climático, aunque no le llama así, y sus consecuencias… ¡en 1945!, que fue cuando se apareció este libro.
.
La lectura de este libro genera una placentera sensación de tranquilidad, imaginando los húmedos paisajes de Galicia, la navegación por el Gran Sol durante una galerna, la digna, sabia y humilde conversación con los paisanos. Y uno no puede evitar cierta morriña y un deseo de volver a la tierra que le vio nacer, sin necesidad de recurrir a “hechos diferenciales” u otras imposturas ideológicas.

No hay comentarios: